El pueblo - Contraverso
¡Es
la amenaza extranjera!
¡La
amenaza de la mujer
liberada
y de su quehacer!
¡Maten
a la primavera
antes
de que recuerde el ayer
trozos
de su vida entera!
Las
desafiantes obreras,
paradas,
gentes hambrientas,
anuncios
de donación
que
llegan al corazón,
servidoras
y sirvientas,
la
pequeña burguesía,
arruinada
e incompetente,
los
vendedores de gente
¡ah!
Y la emprendeduría,
emprendiendo
largas marchas
a
países europeos,
el
leñador, un fiel reo
de
los designios de su hacha
que
tala la carne humana
recién
horneada, el señor
que
reivindica sin rubor
la
experiencia de sus canas
y
el que se aprovecha de ello,
o
bien, los que se aprovechan,
aquellos
a quienes echan
la
culpa, chivos, camellos,
ranas
y princesas rosas,
príncipe
azul desteñido
y
las campanas, sus tañidos,
los
callejones, sus cosas,
las
firmas, graffitis, meados
y
poemas de alta calidad,
abandera
nuestra ciudad
un
bello supermercado,
ecos
del funcionariado,
turismo
e historiadores
buscando
épocas mejores
de
tiempos nunca pasados,
así,
sin los invasores
de
nuestros televisores,
economía
agresiva
sojuzgada
por sí misma,
la
ortodoxia y sus cismas
ortodoxos,
más saliva
para
papeles mojados
y
la familia modelo,
con
coche pero sin velo,
los
que han quedado de lado,
debajo,
encima y enfrente,
equilibristas
fatales
y
un sistema de animales
conformado
por “la gente”.
(Fuente de la imagen: https://trianarts.com)
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