Imagen extraída de @elecorepublicano.es
Si hablamos de la Generación del 27 tenemos que citar sin lugar a dudas, al
autor que hoy felizmente nos ocupa, nace en la ciudad andaluza de Sevilla en el
año 1902, un día 21 del mes de Septiembre, hijo de militar, empezó estudiando
Derecho en la Universidad de Sevilla, y es ahí donde sus pasos coinciden con
Pedro Salinas.
Algo en los que todos sus biógrafos coinciden, es en el eterno
contraste entre la frustración y el deseo, esas dos líneas que quizá lo deja a
medias, o tal vez permítanme el carácter metafórico, nadando entre dos aguas,
que hacen de su poesía algo cautivador, donde se extrae la ensoñación, y el
ansia en el deseo, casi como un objeto constante en su trama, con la traba de
lo impuesto, y su propia época. Luis Cernuda se rebela contra los propios
condicionantes de su época, es en 1920 donde Cernuda al trasladarse a Madrid
conoce a la Generación del 27.

Esa constante entre la realidad y el deseo, lo hacen indagar
en sus métodos en la poesía, se le define como un rebelde solitario, y es que
su carácter es sin duda peculiar, complicado, tiene un concepto de la amistad
puro como el de un niño, que hacen que su defensa ante el dolor percibido se
convierta en desidia, abandona amistades por desencuentros, y el poeta deja de
frecuentar a aquellos que le han generado algún sinsabor. Su manera huraña se
reduce a no hacer aprecio de los cuales obtiene algún tipo de desprecio, puede
parecer cruel, pero lo hace de una manera tan recurrente e infantil, que puede
ser considerado incluso tierno.
Es en 1927 cuando el mundo descubre al poeta con “Perfil del
Aire”, al año siguiente en el 28 verá la luz su segundo trabajo “Égloga,
Elegía, Oda”, aquí podemos observar una poesía más clásica.

El rebela lo que se sabía, su condición homosexual, con lo
que recibe duras e injustas –obvio- críticas de la sociedad de su época, y eso
su fuente constante de inspiración y casi la necesidad de toda su vida, le
hacen escribir dos trabajos inspirados, en su amor que no es correspondido,
escribe “Donde habita el olvido” de marcado carácter neorromántico con aires
Becquerianos, y “Placeres prohibidos” donde escribe decididamente en pos de la
defensa de la homosexualidad de tono particularmente surrealista. En el año
1936 pone titulo y casi que su manera verbaliza, aquello que son las fuentes
constantes de su vida y su escritura con “La realidad y el deseo” y
curiosamente en ese año –cosas del destino- da comienzo la fatídica Guerra
Civil española, en ese mismo año participa en Valencia en el II Congreso de
Intelectuales Antifascistas.

Al conflicto de la Guerra Civil le escribe “Las Nubes”
corriendo ya el año 1940. En México le sorprende de nuevo el amor, pero esta
vez Cernuda es correspondido, y por fin alcanza su meta, la fijación de toda su
vida, el deseo va a dar con él, pero es en México donde alcanza su deseo,
cuando la realidad le da el mazazo postrero de la muerte, Cernuda alcanzando en
sus últimos días su deseo termina una obra oscilante entre lo real y lo quimérico
de los sueños constantes, muere un 5 de Noviembre de 1963, dejándonos un legado
incomparable.
Foto 2: @diariodesevilla -izquierda-
Foto 3: @mundoobrero -derecha-
Foto 4: @centrovitualcervantes -izquierda-
Foto 5: @Luisantoniodevillena -derecha-
Adolfo Ibáñez-Batista
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