Toc (Sección "Lluvia de piedras")




Las manos le sudaban copiosamente. Le molestaba, a pesar de tener gran parte de su cuerpo encallecido por la intemperie.
Tic, toc; tic, toc; tic, toc… Sonaba con la fuerza suficiente como para que el ruido de su trabajo se perdiera libre en el infinito.
¡Esclavo, baja!, ¡ven aquí! – Le quitó inmediatamente las herramientas y, él, aprovechó para secarse las manos en la acartonada ropa. Y se alejó del lugar pensando que nadie que usara aquel reloj de sol sabría nunca de sus auténticos constructores.
Tic, tic, tic…


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