Contraverso - La revolución continua de tus cabellos (el duende y la campesina)


Con esos pasos que habíamos dado
hice un ramo de sendas para tu pelo,
tú creías que me había olvidado
pero sabes que olvidar me da miedo,
tú te sentaste en la hierba del prado,
pero yo no puedo tocar el suelo.
Lo que muchos llaman el miedo a crecer
es en realidad el horror del no-ser.
*
Yo, un maldito duende enamorado
de la revolución de tus cabellos,
tú, la mortal que sentada a mi lado
no tiene miedo de jugarse el cuello.
Yo soy menos que un temor del pasado
que contra el frío presente me querello,
tú quizás eres una sombra rota,
el vendaval que a los montes azota.
*
Pero no son los jueces que juzgaron
los que deben ejercer tal oficio,
pues tan ligeramente condenaron
que pudieron sacar de colmo al quicio,
pero tú no escuchas a esos malvados,
desde el monte no ves los edificios
sino ruinas de lo que fui, cabezas
de mineral, cazadores y presas.
*
Por eso no entiendo que insistas para
que acepte sentarme en tu compañía,
tú conoces mi verdadera cara
y sabes lo que sentarme supondría.
Pero tú querías que me sentara
y yo solo deseaba tu alegría.
Ahora tu cuerpo es de polvo y cenizas,
ahora, bailando conmigo, te pisas.
*
Sin forma, eres puro contenido,
eres espacio, eres infinitud,
y yo no soy un diablo tan temido.
Por eso agradezco hasta tu gratitud,
porque solo tú entendiste el sentido,
porque la materia trascendiste tú
aún sabiendo que el suelo contamina,
amor entre un dios y una campesina.
*
Y todos los que dicen que estoy muerto,
los que separaron el pensamiento
de la cabeza, el alma del cuerpo,
recibirán merecido escarmiento
cuando sus cadáveres en los huertos
permanezcan, y no los lleve el viento,
porque es tan fuerte ese último segundo
que funde nuestra sombra con el mundo
*
Yo amo tu continua revolución,
tu pantomima de la solar diosa
que nos otorga vida y acción,
el axis mundi de todas las cosas.
Por eso te guardo tal devoción
aunque me digan deidad envidiosa,
todo porque mi fuerza les azota
y su percepción del mundo queda rota
*
Pero yo soy un alma bondadosa
con el pecho de cortante mineral,
tú, campesina, serás buena esposa
fundida con mis coladas de coral.
Yo soy superior a todas las cosas
pero ante tu esencia me he de arrodillar:
quedó liberada en tu forma rota
la luz que le faltaba al dios Guayota.






















(fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Leonardo_Torriani)

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