La última luz (Sección "Lluvia de piedras")
Tras
los párpados alumbraba una centelleante luminosidad, mientras oía atento la
historia que contaba el viejo barbudo que acababa de conocer. Hablaba de un
antiguo jefe de los nativos que se aparecía a quienes se atrevían a trasnochar
en aquellas montañas. Decía que los hipnotizaba con su voz y se los llevaba a
otra dimensión de la que no regresaban.
Era
una historia dulce que le ayudó a no pensar en la leyenda del Hirgwan: Un ser terrorífico,
famoso en la zona, que devora a todo ser vivo hasta no dejar rastro de él. Que
no era el viejo peludo, porque él era un abuelo que desbordaba cariño y bondad;
y tampoco tenía nada que ver con el antiguo jefe indígena, que era una persona íntegra,
llena de seguridad y sabiduría.
Por un momento, le pareció
gracioso que atraído por una leyenda infernal saliera solo de acampada y, ahora,
tuviera la suerte de disfrutar de la hoguera hasta agotar la última luz.
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