FENÓMENO VIRAL, PÁGINA EN BLANCO. TRAS LA CORTINA ROJA.

    Foto creada por Sico Manz
Fuente para crear al monstruo “Momo”: Escultura ”Madre Pájaro”, Galería Vanilla, China.



    Daniel Corral era un tipo “exitoso” y “talentoso”, vivía en un ático que encontró a buen 
precio y él mismo reformó. Tenía en su haber una buena colección de relatos y una 
novela, todo, por supuesto, a la espera de que lo leyeran. De todas formas eso no era 
problema, colaboraba con varias revistas y en una de ellas tenía una sección fija. Y a todas las puertas llamó convencido que su obra era buena, es más, él también lo era. Y todas las puertas aún lo mantenían en espera.
Ponía Danny, pagado de sí mismo los ojos en blanco, <<pero si esto lo hago yo, con los ojos cerrados>> Impulsivo hasta la médula, demasiado curioso, volvía sensacionalista lo que antes pudiera ser ingenioso.

   Desde el baño, donde se estaba afeitando, escuchó su móvil sonando, con la melodía del Imperio Contraataca de la Guerra de las Galaxias, era su jefe, a Danny le gustaba llamarlo Darth Vader. Corrió con la cara llena de espuma pero el teléfono dejó de sonar. Hubo una segunda llamada y descolgó al tercer tono (no sea, Danny que te note ansioso).
-¿Diga?
-Buenas, señor Corral, el trabajo de esta semana es muy sencillo, queremos investigar algo sobre un fenómeno viral al que llaman Momo.
-¿Momo?, es solo una broma de instituto…
-Bueno es fácil, lo tienes todo en la red, tres días Daniel.
-Quizá podría añadir yo algo, de lo que tengo escrito, algo relacionado...dijo Daniel a la línea desocupada.

    Aporreó las teclas del ordenador en busca del dichoso fenómeno. Efectivamente, estaba todo en las redes, incluso historias , inventadas claro, que en su opinión él hubiera ejecutado mejor. En efecto, primero te advertían del peligro: suplantación de datos, acoso, fraude, extorsión...pero (cosa curiosa) en todos lados te daban información, el número de teléfono y otras advertencias sobre imágenes violentas en cadena, que si no reenviabas te anunciaban que algo muy malo te iba a pasar. Histeria en masa, bla, bla,bla.

    Danny se paró en seco <<¿en serio?>>, aporreó las teclas de nuevo. Muy bien si lo hago lo haré a lo grande. Tomó un par de notas en un cuaderno y luego su teléfono. Agregó el numero sin pudor +81 345******. Muy bien, dijo mirando la grotesca imagen que aparecía en su ordenador, esta noche empezamos, mi amor, lanzándole un guiño y un beso. Danny se giró y la imagen se desvaneció, y de repente apareció devolviendo el guiño, sin que él se percatase de nada.

DÍA 1

   Daniel se prepara para quedar con amigos en casa, a las once de la noche van llegando en masa. Netflix y videojuegos y alguna sorpresa más para luego. Entre risas explica Daniel su nueva cruzada y enseña a los demás esa cara en el avatar de whatsapp, grotesca, de sonrisa curvada y mirada desorbitada. Les dice que va a llamarla, pero a sus colegas no les hace gracia, Como últimamente las bromas de Daniel, dicen mucho de lo poco considerado que es.

   A las tres de la mañana efectúa la llamada y no una sino dos veces, no hay respuesta aparentemente. Deja el móvil en la mesa y para su gran sorpresa no ocurre nada de nada.
Un rato más tarde le suena un mensaje, notificación emergente, Una foto oscura aparece en el chat, es imposible de identificar. Sus amigos la miran sin cesar. Solo uno se da cuenta de lo que pasa en realidad. Cada vez que Daniel pincha en la pantalla, algo aparece en la televisión plana, es esa terrible imagen grotesca, aparece y desaparece con intermitencia, guiñando un ojo como antes Danny lo hiciera.

   El piso se va vaciando, entre miradas incrédulas y de espanto. Intenta que no se vayan pero es en vano. Ya nadie quiere seguir jugando. Daniel se acuesta y deja el móvil de lado, mientas duerme, los mensajes van entrando.
Le parecieron como cincuenta, pero al coger el aparato solo había dos notificaciones de ese contacto: <<Hola Daniel >>, <<Me llamo “L”>>.
No pudo contener la risa, y contestó: <<Venga ya, he visto ese anime mil veces, ¿no serás Layton? La respuesta no fue breve ni tampoco agradable: <<Me llamo “L”>>, <<Me llamo “L”>> y así unas quince veces, y mientras un nuevo mensaje entraba, la cara del avatar cambiaba de sonrisa curvada a furia irrefrenable dando más impacto a las simples palabras.
-¡Que quieres! Dijo Danny a la oscuridad de su cuarto, asustado, sudando…

   El mensaje no se hizo esperar <<Todo lo que tienes, tu gran talento, quiero eso>> a Danny le cambió la cara ( esto es solo una maldita broma macabra).
<<Yo quiero fama mundial reconocida y publicar todos los días>> <<Y si es posible añadir unos cuantos nombres a “la lista”>>
La cara de furia empezó a aparecer, una, otra y otra vez, sonidos de interferencias, gritos, (genial Danny ya está cabreada)
<<No puedes volver a escribir nada o toda tu obra será borrada, incluso tu existencia será eliminada>>

   Se acurrucó en la cama con la cara desencajada, se tapó todo el cuerpo con una sábana, y pensó que ocuparía menos espacio si se metía el pulgar en la boca. Sin pensarlo, hizo movimiento de remo, y mientras se producía el balanceo, la sábana se fue rodando. A cara descubierta, Daniel miró su cuarto, una extraña forma se fue aproximando, era eso, allí estaba, con esa cara de mirada desorbitada, se acercaba. La noche fue de telediario Daniel durmiendo dentro de su armario.

DÍA 2

   Son las doce del mediodía y Daniel suda en la oscuridad, con un pequeño halo de luz que entra por la puerta, de día todo se ve diferente, de día parece no haber afrenta. Salta del armario abajo intentando recordarlo, intentando encajarlo. Buscando soluciones lógicas a lo que ha pasado. <<Pues si que el tema iba de robar datos, tengo que escribirlo, joder, pasa diferente en cada caso>>. Se dirige al ordenador y se ríe pensando que aún tiene el móvil en el armario.

   Empieza a escribir en una nueva entrada “Suceso Viral”...entonces ocurre algo, Danny aún no tiene idea de lo que está pasando...en el cuarto de baño su móvil sonando, y su cara a cuadros.
En el mensaje se leía: <<Te dije que no escribieses más, ahora mira en tu disco duro>>. Corrió como una exhalación y miró. La mitad de sus relatos borrados. Y en cada archivo vacío la cara de “Momo” tirando un grotesco beso y saludando. Los busca por todos lados pero ya no hay nada, una gran parte de su obra ha sido borrada.
<<Como narices fue a parar el móvil al baño, y como sabe lo que escribo, cómo lo está borrando>>
Danny empieza a entrar en pánico, es saber que tiene una gran historia pero no puede contarlo.

   Danny se pasa el día pensando y por la casa andando desconcertado, enfadado, alguien real tiene que estar tras esto pero como desenmascararlo…
Bien entrada la tarde decide intentarlo, guarda el resto de los relatos y su novela en un disco externo, para mantenerlos a salvo. Y se le ocurre la pregunta del millón y decide formularla, como no:
<<Quién eres realmente, como sabes todo, déjame entenderte>>
<<Me llamo “L” y tu me has llamado, hiciste una petición y yo digo como y cuando>>
<<Esto no es un juego “L” tengo que escribir>>
<<Si haces eso sabes lo que pasará, Daniel, y tú, también desaparecerás>>
<<Lo harás, también desaparecerás, desaparecerás, desaparecerás, desaparecerás...>>
 
   La virulencia de los mensajes contrastaba con su horrible cara, cambiando de sonrisa a furia cada vez que se expresaba. Hasta la noche esperó Daniel a que la cosa se calmara, temblando, sudando, con barba y sin haberse duchado. “Qué iluso eres, joder, cómo se te ocurre preguntarle sin más quién es.”
Todo guardado, todo preparado y el móvil desconectado. Segunda prueba, “ Suceso Viral, Página en Blanc...” Su cara fue un poema cuando en la pantalla apareció “ella”, con cara de furia en el cajón de la mesa, su móvil apagado sonó para su sorpresa.

<<No es una broma Daniel, no sé porque pides algo si no vas a ser fiel al encargo>>
<<Espero de veras que no eches en falta lo que me llevo ese era el trato...>>

   Miró por encima del hombro al salón, de soslayo, y como por arte de magia el disco externo colocado en la estantería, cayó al suelo y se hizo pedazos. Como si hubiera explosionado. La pantalla del ordenador estaba en blanco, pero en seguida pudo ver que el resto de sus relatos se habían borrado.
Histeria, gritos y llanto, no por perder solo, sino por lo que no estaba contando. Esa noche, Daniel supo que no podría escribir el relato mientras el móvil siguiese sonando, lo dejó en el cajón bajo llave y se encerró en el cuarto de baño.

DÍA 3

   Al día siguiente está destrozado, no ha parado de oír el móvil sonar y ha visto esa cara y esas expresiones, de risa loca, de enfado, por todos lados, incluso lo ha tocado, con manos de garra, no sabe si lo ha soñado. Aunque en plenas facultades ya ha visto suficiente para que se le vaya la mano. Está muy asustado, no come, no duerme, y al teléfono le teme.
Sale despacio, descalzo, para no hacer ruido, cuando llega al cajón oye algo, son sus dientes castañeteando. Coge el móvil y vuelve a sonar, apagado, pero se ven mensajes, sin saber cómo, son imágenes de Daniel desbordado. Corre por toda la casa gritando, arrancándose el pelo y balbuceando…

   Tiene que pensar, como se la puede jugar. Pero el pensamiento de Danny está limitado y anda enajenado. Se le ocurre un plan, pero deber ser rápido y sigiloso. Si cree que ese monstruo aparece porque tiene su teléfono vinculado habrá que hacer algo. Pero que no me oiga, que no sospeche de esta historia. “Daniel te estás volviendo majara”. Obvió esa voz y corrió al la habitación de los trastos. Cogió un alicate y se fue al baño. Uno por uno, Danny se sacó todos los dientes que pudo, y todo eso, mudo. Sonrió al espejo con cara de poseso. Sale despacio, sin hacer el menor ruido, no hay titubeo ni tampoco “castañeteo”, se acerca sigiloso al escritorio, cerca hay una ventana que da a la parte de atrás de la calle…

   Se sienta con cuidado, abre el cajón y coge el móvil, con una sonrisa lo tira por la ventana, creyéndose a salvo, pesadilla terminada. Empieza a escribir como loco, él no lo sabe, pero en ese escrito nada se entiende, solo son letras inconexas. Pasa un gran rato y Daniel sigue con sus “garabatos” y entonces...cae en la cuenta. Va directo a mirar si todavía existe su novela, y efectivamente no está, y entonces lee de verdad. Tiene miedo de lo escrito incluso en caracteres japoneses, y se da cuenta de que lo ha perdido todo y que no ha contado nada.

   Es una pena, pero en eso tocan al timbre repetidas veces y Danny va corriendo a la puerta con la esperanza de que alguien lo entienda. Abre la puerta y es su móvil en el suelo, con la pantalla hecha pedazos pero con una nueva llamada de whatsapp entrando, “ella”. Danny da media vuelta y corre, tropieza como un torpe, se aleja más y más de la puerta y en el último minuto ni siquiera se da cuenta. Ahora es él el que cae, por la ventana a la parte de atrás de la calle.
Su silueta quedó horrorosa con pose deformada, ojos saltones y sonrisa exagerada, y en su teléfono maltrecho el contacto de “L” desapareció en ese mismo momento.

Gabriela Carvias Suárez.

Comentarios

Entradas populares