Cuando las palabras dejan de ser incontables (Sección "Lluvia de piedras")


 imagen tomada de pixabay.com


Me adentré en el cuarto oscuro, en dirección a la mirilla brillante. Acerqué los ojos y vi que el lápiz quería jugar sobre el papel. Sin saber cómo, mi mirada era la suya y me sentí protagonista y emisor único de la narración.

Una palabra tras otra, e hilando, se consigue la que sigue y se encuentra la siguiente. De repente, las palabras te llevan a continuar para colocar cada cual donde debe estar. Entonces, todo se ilumina y sonríe el alma encantada, porque desde dentro ya se avista el final. Y por fin, llegas hasta dónde quieres llegar y un orgasmo sincero, complaciente, deja un profundo regusto -incluso- después de acabar. ¿Qué más se puede contar…?










Comentarios

Entradas populares