Contraverso. Otro desafío
Mi
poema es tu cara,
una
satisfacción,
camisa
de once varas,
siempre
bajo el teorema
de
los guerrilleros muertos.
Presas
por agitación
los
pulmones y las flemas,
hojas
arremolinadas,
pasos
desandados,
sentido
común
del
gris de la parada,
escritos
delicados
que
nos valen por un
golpe,
una paliza,
un
llanto y un disgusto:
no
sueñes, está prohibido.
La
justicia no se pisa
en
el sembrado de lo injusto,
arado
por los cohibidos
hijos
de la pena.
Ten
sueños moderados,
vuela
Samotracia,
sin
alas, desde la Atenas
de
la democracia:
Partenón
terminado,
hora
de la cena,
respiración
pedregosa
toca
hoy para comer
¿no
hay quién escriba al coronel?
Pues
a volar, mariposas,
de
otro modo no puede ser,
los
sueños se cobran en piel,
y
sangre, y sudor,
y
curvas de la vergüenza,
y
discursos triunfalistas,
y
metas rotas, y dolor,
conjunciones,
crisis, prensa:
Soñemos,
seamos realistas.
Pido
moderación...
¡Qué
no, qué no queremos!
Mejor
ser el capitán
de
esta embarcación
sin
vela y sin remos,
plumas
encarcelarán
por
levantar el vuelo,
caerán
penas de acero
a
fenicios incomprendidos,
querrán
cerrar el cielo,
incansable
guerrillero
de
ojos negros, rehundidos,
perpetuos
observadores
de
la Hélade idealizada.
Caerán
más castigos,
sembraran
miedos, temores,
¿cosecharán
la callada
por
respuesta? Ilotas,
la
rebelión bendigo,
marchen
contra Esparta,
esclavos,
están rotas
las
atenienses cadenas,
la
gleba ya está harta
y
los jacques tienen llenas
sus
manos de vacío.
Reza
el César, reza el Zar,
el
pueblo se mueve,
están
pasando frío,
en
la orilla se vienen a ahogar,
centenaria
y eslava nieve,
milenaria
rebelión.
La
utopía tiene un lugar
sobre
la faz terrestre,
fuera
del corazón,
la
gran masa popular
es
su viejo maestre,
y
en la mente, la pasión.
Arden
ya los abrojos
infernales
del hambre,
el
odio y la ignorancia,
limpia
los despojos
una
flor con los estambres
y
se extiende la fragancia
por
este mundo nuevo,
quiebra
el cubo, se abre el huevo.
Ahí
fuera hay mucha gente,
ahí
fuera, en el futuro,
marea
humana anacrónica,
tienen
pieles diferentes
pero
saltan los mismos muros,
multitud
afónica
de
corazones valientes.
El
papel también se moja
como
el ánimo, profundo,
bajo
un cielo estrellado,
creo
que una he alcanzado:
indómita,
roja,
le
caben muchos mundos,
y
es una estrella preciosa.
Sueña,
que hay que despertar,
en
la Universidad,
en
el tranvía,
fregando
la losa
o
en Extranjería.
Somos
la misma humanidad:
no
te podrán parar,
sueña,
y hazlo realidad.
[Esta luz es muy fuerte. O despiertas, Contraverso, o derretimos el planeta, pero todo no puede ser. Abre los ojos, muy poco a poco, son negros, vacíos ¿qué ves con ellos? Nada, pero todo se puede arreglar. Aún debes comprobar, aunque sea a tientas, el Mundo en el que estamos. Hablaremos.]
Honoré Daumier, El Levantamiento
(Fuente: http://industrializationandpovertyart.blogspot.com.es)
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