Traspasando muros (Sección: "Lluvia de piedras")
Traspasando
muros
Si de
verdad no le preocupa, si es usted indolente ante las condiciones esclavistas
que legalizaron, y a la crueldad con que los empresarios imponen esos yugos sobre
los asalariados; si usted no tiene hijos, sobrinos o nietos, y le es indiferente
que la juventud trabaje o no, o que en el mejor de los casos vivan explotados…,
espóseme, señor agente. A usted le respalda la “ley mordaza” o -si quiere hacer
más daño- me acusa de resistencia, antes de que yo hable de sus malos tratos y
sus lenguas más que indiscretas. Pero no crea que así acaba conmigo, porque el
alma que clama justicia es mía y de tantos más… que, desde ahora, le aseguro
que no hay esposas para tanta gente.
Traspasando
muros (II)
Míreme,
señor juez, yo soy esa: la que siempre “se resiste”. La que no le gusta cómo la
tocan y como abusan sus fornidos agentes, tan solo por ser mujer y rebelde. Dice su
señoría atenerse a La Ley: ¡Ja!, que ridículo ver gente “tan inteligente” que
idolatra a una “justicia” con los ojos tapados por una venda, con una balanza
inclinada en una mano y en la otra un arma blanca que cometió tantos crímenes.
Traspasando
muros (III)
Hola,
señor funcionario. “Hola” le seguiré diciendo, aunque no me salude cada vez. No
voy a recordarle que su sueldo se paga con mis impuestos; que se roban del
fruto de mi trabajo, porque la verdad ofende en algunos casos. No le pediré
comprensión ni que me diferencie del que le roba a la ciudadanía o delinque
prevaricando; porque ellos casi nunca cumplen condenas y usted no llega a tan
profundas reflexiones. Usted es un funcionario de prisiones y está educado para
servir al sistema; no a mí ni a la gente que tenemos distintos intereses de los
que custodia la policía, los jueces y ustedes se encargan de esconder tras los
altos muros de las prisiones.
Traspasando
muros (IV)
Ahora
les pido que reflexionen, que entiendan que existo por su culpa. Porque si no hubiese injusticia
no existirían lo que llaman “rebeldes”. Así, que les conste que me seguirán
esposando, condenando, y pretenderán robar mi libertad de cualquier manera. Mientras
que yo, Pueblo, responderé sin remedio arrancándome la venda de ojos y boca, denunciando
sus trucadas balanzas y partiendo su brazo armado con la fuerza del amor y la
paz. Sé que su problema es que les quedo grande y, en verdad, no se han hecho
muros que tapen mi dignidad.
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