EL ÚLTIMO DÍA DEL VERANO. RELATOS FRESCOS 12.

Imagen extraída de Zedge.

Había decidido pasar las vacaciones en una isla, alejarse de las noticias, que hablaban siempre de cosas frías, de cosas sin vida, de cosas crudas.
En su vida trataba de resumir los titulares todo el año, esos titulares fríos, sin vida, crudos. Pero era inevitable escribir, así que al caer la noche después de los paseos por la orilla de la playa, y de las horas de lectura a las novelas que tenía a medio leer, se ponía delante de su ordenador, para escribir relatos, no le costó mucho publicarlo en uno de los periódicos locales de la isla.
Escribió sobre amores de verano, sobre amores eternos, sobre cosas más amables de ser contadas, más cálidas, más de vida, más frescos. Tocaba el último baño, y decidió hacerlo con la caída del sol, se dejó abrazar por el Atlántico, mientras observaba como el sol del último día del verano se iba despidiendo, y se iba oscureciendo todo. Menciono: “Hasta el próximo verano, mis relatos frescos”

Adolfo Ibáñez-Batista

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