Vidas y Obras: Niebla, de Miguel de Unamuno


Por Juanma Henríquez



Esta semana he tenido el placer de sumergirme en las letras de don Miguel de Unamuno, por medio de su Niebla (1914), una novela o nivola imprescindible que aún hoy en día sigue dando de qué hablar.

INTRODUCCIÓN

 Esta obra ha supuesto para mí todo un reto en cuanto varios puntos:
  • Ya el propio Unamuno se niega a clasificarla como novela - según él, es más bien una nivola -, debido a ciertos antecedentes y con algunas características especiales (más adelante hablamos de esto de las nivolas).
  • Además, es tal el contenido filosófico, que casi parece que Unamuno estuviese manteniendo una gran disertación mediante los distintos personajes, como diciendo “en broma lo que quiere decir en serio” – tal como dice en el prólogo de Víctor Goti sobre Unamuno y esta obra.
  • Por si esto fuera poco, en ella vemos una fusión (con-fusión provocada, me atrevería a decir) entre ficción y realidad, y de ahí quizá también el propio título: en Niebla, Unamuno consigue desdibujar lo material y hacer visible lo impalpable.

 Todo ello nos lleva a un libro de formas imprecisas, cargado de conceptos y filosofía, más no carente de humor, con un existencialismo que puede llegar incluso a crear dudas y preguntas en el lector que explore las páginas de esta especial nivola.

ARGUMENTO

 Es imposible hablar del argumento de Niebla sin hacer antes mención al nuevo género narrativo que Unamuno propone, que además se hace al fin explícito en esta obra.

Una nívola llamada Niebla:

 Desde finales del siglo XIX, Unamuno (hasta entonces filósofo y poeta) se introdujo en la narrativa con varios cuentos y novelas, así como con lo que él llamó nivolas, reivindicando con este concepto una nueva manera de hacer novelas.

 Ya cuando se publicó Amor y Pedagogía, en 1902, algunos críticos se negaron a aceptar tal título como una novela, y decidió Unamuno que si no eran novelas lo que él, escribía, serían nivolas.

 Niebla es además la primera novela de Unamuno en la que aparece el término nivola, que se explica, brevemente y por primera vez entre sus páginas, en plena trama.
 Como para adelantarse a que se le volviera a decir que no es una novela, coloca el concepto en una de las conversaciones del protagonista, Augusto Pérez, con el supuesto creador del concepto, Víctor Goti (uno de los personajes de Niebla), que pretende escribir de manera que la historia se vaya creando poco a poco, sin pensar en la psicología de los personajes ni planear lo que va a suceder a lo largo de su trama. La nivola, pues, “se va haciendo”, como la vida misma. En palabras de Víctor Goti (capítulo XVII de Niebla):

“Mi novela no tiene argumento, o mejor dicho, será el que vaya saliendo. El argumento se hace él solo”.

 Y cuenta Víctor que sintiendo grandes ganas de ponerse a hacer algo, decidió hacer una novela de la manera en que se vive, sin saber qué pasará, con personajes que se van creando a medida que hacen y hablan (“sobre todo al hablar”), haciéndose cada vez más profundos o incluso quedándose con una profundidad nula.

 (Es curiosa la supuesta anécdota que se presenta en este capítulo sobre el poeta Manuel Machado, cuando presenta un soneto suyo a un compañero que niega que eso sea un soneto, y Machado le responde que entonces será un “sonite”)

La tragicómica historia de don Augusto Pérez

 Don Augusto es un hombre, bien posicionado y con un cerebro muy (demasiado) activo, cuya vida cambia de golpe a partir del día en que - quejándose ya de su paraguas de manera filosófica - se encuentra siguiendo “los ojos” de Eugenia Domingo del Arco, maestra de piano con quien el protagonista comparte ciudad y de quien éste se enamora. A partir de aquí, la psique de Don Augusto se ve envuelta en lo que él mismo llama niebla, saltando entre la exaltación emocional - positiva o negativa - y los excesos filosóficos.

 Básicamente, se trata de la historia de un hombre que pierde el seso por una mujer, y que es la locura misma la que llama la atención, más que el argumento en sí.

 Mas aún con tan sencillo argumento, y sabiendo ya desde el prólogo que Augusto morirá en extrañas circunstancias – escrito esto en un prólogo de Víctor Goti (personaje de “ficción” que aparece en la propia Niebla como amigo, confidente y compañero de juego de Augusto) y seguido por Unamuno como en respuesta al señor Got –, aún con esto, Unamuno consigue dar tales giros que no sólo mantiene el interés, sino será además consigue enganchar al lector.

A DESTACAR:

 En esta obra Unamuno expone su manera de pensar en un momento donde su existencialismo es cada vez más profundo, existencialismo ya expuesto en su libro “Del Sentimiento Trágico de la Vida”, donde diserta sobre el individuo y su preocupación por la inmortalidad del alma, entre otras ideas.
  En Niebla se rescata mucho de dicho libro, en forma de ficción, donde los personajes dejan ver la relación entre realidad y ficción que preocupaba también a Unamuno (que se hace inmortal gracias a su obra).

 La comentada fusión de realidad y ficción se ve clarísima cuando en el capítulo XXXI don Augusto Pérez, protagonista de Niebla, va a Salamanca a visitiar a Unamuno, con quien discute quién es más real, si el autor o sus personajes. No es la primera obra donde esto pasa, y quizá resulte poco original a estas alturas en que tanto se ha escrito, pero lo maneja con cierta gracia que no hay que perderse.

 Por otra parte, considero Niebla una de esas obras inmortales (como inmortal pretendía hacerse Unamuno con su obra, con su vital miedo a la muerte) donde los personajes nos sorprenden con su variedad y sus diálogos. Cada uno con su propio pensar, estos nos sorprenden además con ciertas ideas entre las cuales encontramos lo que don Fermín (tío de Eugenia) llama anarquismo teórico, o incluso con ideas de corte feminista por medio de la propia Eugenia (y es que una de las facetas olvidadas de este autor es su feminismo, reflejado en varias obras)

POR QUÉ HAY QUE LEER NIEBLA

 Niebla no es sólo una de las novelas más importantes y traducidas a otros idiomas del autor, además en ella conoceremos un poco más Unamuno, y sabremos algo más sobre su estilo y su gusto por la contradicción (sobre la cual habla de manera muy cómica en su conversación con Augusto, en el capítulo XXXI). Por si fuera esto poco, nos acercaremos a su filosofía y a su visión sobre la existencia del individuo, sobre la ficción, e incluso sobre la Literatura y los agentes que en ella intervienen, desde el autor hasta el lector.

 Pero sobre todo, personalmente encuentro en Niebla algo que busco en cualquier libro en el que me adentre, y es que divierta y haga pensar por partes iguales. De hecho, aquí el humor de Unamuno se ve muy claro, por medio de recursos como la contradicción, la ironía y la sorpresa. El filósofo y escritor juega aquí con lo inesperado de manera que no sólo divierte, sino que además enseña, por medio de sus personajes, diálogos y situaciones desde que empieza hasta que acaba.

Y aquí, una humilde nota biográfica.

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