Vidas y Obras: Los Poetas Malditos (y un poema de Baudelaire)

Por Juanma Henríquez
Primera edición de Poètes Maudits, de Verlaine (foto tomada de la biblioteca CC de Wikipedia)

Actualmente somos muchos los que conocemos este término con el que se designa a cierto tipo de escritor decadentista nacido en la oscuridad para brindarnos su lúgubre visión de la vida en sus textos. Además, hoy en día se utiliza para designar no sólo a poetas, sino que además se ha incluido en la lista de “Los Malditos” a músicos y algún otro artista que no se dedicara exclusivamente a la poesía.

El término nace en 1886, cuando Paul Verlaine presenta Poètes Maudits, un libro compuesto de tres ensayos, cada uno sobre un poeta francés de su época. En 1888, completa el libro con una edición más, donde habla sobre otros tres poetas más, siendo la lista formada por los siguientes 6 nombres, de los cuales Verlaine conoció personalmente a la mayoría:
  • Tristán Cobière,
  • Arthur Rimbaud,
  • Stephane Mallarmé,
  • Marceline Desbordes-Valmore,
  • Auguste Villiers de L’Isle-Adam y
  • Pauvre Lelian (nombre que no es más que un anagrama de Paul Verlaine).

Algunas de las características que reúnen estos poetas son la relación de incomprensión mutua que mantienen con la sociedad, cuyos ideales, valores y honores rechazan; una lírica oscura repleta de crítica, con un lenguaje “poco fino”, más bien provocativo, y temas de gran preocupación social o humana, cargados de simbolismo. Además, todos ellos tenían una relación intensa con lo marginal, con el uso de distintas drogas y vidas cortas con muertes abruptas. Entre las anécdotas que comparte Paul Verlaine con Arthud Rimbaud, la más conocida es aquélla en la que el primero dispara, borracho al segundo, ante la noticia de éste de que pretendía abandonarlo (sobre este episodio hablaremos en otras entradas con más detalles).

Pero la cosa no acaba aquí, y más de 100 años después (126, ahora en 2016, desde la edición de 1888) tenemos una larga lista de poetas malditos que van desde el propio Verlaine y sus colegas, hasta poetas más cercanos en tiempo y espacio, así como alguno de aquél entonces no incluido en el libro (desde Charles Baudelaire y Edgar Allan Poe hasta Charles Bukowski y Leopoldo María Panero).

(Nota curiosa: hoy es el 80 aniversario de uno de los malditos de nuestras letras: Lorca).

Con ello, obtenemos que Verlaine no sólo escribió un libro con seis autores, sino que además dio una denominación a cierta clase de escritor desde entonces hasta el fin de los tiempos (si es que llega a darse esto).

Pero esta entrada no puede ser considerada más que un acercamiento a este concepto, que me gustaría ir completando poco a poco a medida que estudio a nuevos autores y le dedico una entada a cada uno. Por cada nuevo autor a tratar, iré colocando debajo de estas líneas su nombre, con un enlace a su historia.

Mientras tanto, me limitaré a explicar que el término “Poeta Maldito” es inspirado en un poema de Charles Baudelaire llamado “Bendición”, contenido en Las Flores del Mal.

Lo reproduzco debajo de estas, líneas para su disfrute, extraído de la página www.ciudadseva.com.



Bendición - Charles Baudelaire


Cuando, por un decreto de las potencias supremas,
El Poeta aparece en este mundo hastiado,
Su madre espantada y llena de blasfemias
Crispa sus puños hacia Dios, que de ella se apiada:

-“¡Ah! ¡no haber parido todo un nudo de víboras,
Antes que amamantar esta irrisión!
¡Maldita sea la noche de placeres efímeros
En que mi vientre concibió mi expiación!

Puesto que tú me has escogido entre todas las mujeres
Para ser el asco de mi triste marido,
Y como yo no puedo arrojar a las llamas,
Como una esquela de amor, este monstruo esmirriado,

¡Yo haré rebotar tu odio que me agobia
Sobre el instrumento maldito de tus perversidades,
Y he de retorcer tan bien este árbol miserable,
Que no podrán retoñar sus brotes apestados!”

Ella vuelve a tragar la espuma de su odio,
Y, no comprendiendo los designios eternos,
Ella misma prepara en el fondo de la Gehena
Las hogueras consagradas a los crímenes maternos.

Sin embargo, bajo la tutela invisible de un Ángel,
El Niño desheredado se embriaga de sol,
Y en todo cuanto bebe y en todo cuanto come,
Encuentra la ambrosía y el néctar bermejo.

El juega con el viento, conversa con la nube,
Y se embriaga cantando el camino de la cruz;
Y el Espíritu que le sigue en su peregrinaje
Llora al verle alegre cual pájaro de los bosques.

Todos aquellos que él quiere lo observan con temor,
O bien, enardeciéndose con su tranquilidad,
Buscan al que sabrá arrancarle una queja,
Y hacen sobre El el ensayo de su ferocidad.

En el pan y el vino destinados a su boca
Mezclan la ceniza con los impuros escupitajos;
Con hipocresía arrojan lo que él toca,
Y se acusan de haber puesto sus pies sobre sus pasos.

Su mujer va clamando en las plazas públicas:
“Puesto que él me encuentra bastante bella para adorarme,
Yo desempeñaré el cometido de los ídolos antiguos,
Y como ellos yo quiero hacerme redorar;

¡Y me embriagaré de nardo, de incienso, de mirra,
De genuflexiones, de viandas y de vinos,
Para saber si yo puedo de un corazón que me admira
Usurpar riendo los homenajes divinos!

Y, cuando me hastíe de estas farsas impías,
Posaré sobre él mi frágil y fuerte mano;
Y mis uñas, parecidas a garras de arpías,
Sabrán hasta su corazón abrirse un camino.

Como un pájaro muy joven que tiembla y que palpita,
Yo arrancaré ese corazón enrojecido de su seno,
Y, para saciar mi bestia favorita,
Yo se lo arrojaré al suelo con desdén!”

Hacia el Cielo, donde su mirada alcanza un trono espléndido,
El Poeta sereno eleva sus brazos piadosos,
Y los amplios destellos de su espíritu lúcido
Le ocultan el aspecto de los pueblos furiosos:

-“Bendito seas, mi Dios, que dais el sufrimiento
Como divino remedio a nuestras impurezas
Y cual la mejor y la más pura esencia
Que prepara los fuertes para las santas voluptuosidades!

Yo sé que reservarás un lugar para el Poeta
En las filas bienaventuradas de las Santas Legiones,
Y que lo invitarás para la eterna fiesta
De los Tronos, de las Virtudes, de las Dominaciones.

Yo sé que el dolor es la nobleza única
Donde no morderán jamás la tierra y los infiernos,
Y que es menester para trenzar mi corona mística
Imponer todos los tiempos y todos los universos.

Pero las joyas perdidas de la antigua Palmira,
Los metales desconocidos, las perlas del mar,
Por vuestra mano engastados, no serían suficientes
Para esa hermosa Diadema resplandeciente y diáfana;

Porque no será hecho más que de pura luz,
Tomada en el hogar santo de los rayos primitivos,
Y del que los ojos mortales, en su esplendor entero,
No son sino espejos oscurecidos y dolientes!”

Comentarios

  1. Me interesaron siempre los poetas malditos y escribí una obra de teatro sobre la tormentosa relación de Verlaine y Rimbaud, pero no incluiría entre los malditos a Lorca que fue un ser luminoso y su única maldición fue morir fusilado. Ni siquiera la Oda a Walt Whitman lo haría digno de ningún malditismo. Gracias por reseñar brevemente estos poetas.

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