Pensamientos (Sección "Lluvia de piedras")





El trueno intentó aumentar su estruendo hasta imitar a un gigantesco cañón, pero no lo consiguió. El rayo se sintió lento, cuando vio a la velocidad que volaban los aviones de guerra de última generación. El relámpago creyó que estaba cansado y que su luz se apagaba de vieja, comparándose con la perpetua luz artificial que salía de los asentamientos de poblaciones en la tierra.
Entonces, la naturaleza se creyó vencida y la imaginación de los hombres obligada a desbordarse una y otra vez para progresar, porque ya no les servían como referente los fenómenos naturales que antes eran asombrosos. Se superaron los poderes de antiguos dioses, no sin pleitos por ello entre la propia especie humana, para terminar por admitir lo inútil de la superstición y lo vano de la espiritualidad de masas.
Cada mañana, el imbatible Sol abre un pensamiento. La flor, llena de esperanza, imagina que los humanos no son eternos; vive con esa alegría hasta que se marchita, y le deja paso a una nueva de similar creencia. De hecho, todas las flores sueñan con ser un pensamiento y sentirse preñada de esperanza de uno a otro amanecer.


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