LAS MUSAS NACEN INSPIRADAS: RECONOCIÉNDONOS.
RECONOCIÉNDONOS.
Para eso nunca existirá un
entrenamiento,
nadie estará educado para no
faltarle el respeto,
nadie tendrá vacuna para
soportarlo.
Pero la despedida no empieza
al darte la espalda.
Sino a mirar al frente, y que
en tu lugar, el lugar de alguien
que se descosió amando,
cosa el rostro de un anónimo.
Entonces el aire es algo que se
tensa
y tu algo que se apolilla y daña,
cuando quieras saber
y solo obtengas lagunas,
cuando busques quedarte
y ni si quiera ella sepa dónde
está.
Es esperanzarte, por ti y por ella,
en un simple gesto
encontrar la mayor declaración de
intenciones.
Y la mayor declaración
de amor.
Eso no se lo lleva nadie.
Será duro arribar a una ciudad sin
nombre,
donde ella fue ama de llaves,
soberana,
verdugo, tirana, condescendiente,
la reina,
la vecina suave.
Una ciudad que eres tú, donde yo
quiero vivir,
un reino que quiero que me acoja.
En vez de deambular por tus calles
mendigando recuerdos,
conduciendo el futuro hacia tu luz.
Pero ese día llega, y yo aunque sea
habitante,
herida en tu carne,
tu mudarás de piel.
Y ya no arrastras lo que olvidas,
como ha hecho todo ser humano
(ahora sincerándonos) al olvidar.
Y sincerándonos, me falta el aire
si me abandonas.
¿A quién le puedo reprochar?
la paciencia es la reina de todas
las ciencias.
Y cuando dices mi nombre todo
vuelve a su lugar.
Menos mal que nos quedan las
canciones,
por ahí nos podemos agarrar.
Me miras fijamente,
en sus letras puedo atisbar
lo que quieres decirme,
y no consigues de otro modo.
El significado que siempre tuvo
y que ahora me di cuenta
que se lo diste
tú.
Y dándote mi mano lo grito,
el lenguaje ahora para nosotras es
otro.
Pero por si acaso:
Serás mi norte, mi sur y mi
bandera.
Turista de tu cuerpo, cansado
pero resistente, lejano.
No aprendo a despedirme de lo que
hoy te quiero,
ni tampoco de todo lo que te quise
en el pasado.
M.N.G.C
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