Más que antes (Sección "Lluvia de piedras")




Los primeros coches que llegaron a Aragón lo hicieron allá por 1900. La mayoría venía de Francia, de manos de las familias más pudientes aragonesas.

De una de esas familias era la señora María Rosa Cebrián, que fue muy influyente en la vecindad de aquella zona residencial donde vivía. Tanto, que fue ella la que tuvo la ocurrencia de pintar en los bordes de las calles unos rayados blancos, para que destacaran los peatones y exigieran su prioridad sobre los endiablados vehículos, cada vez más abundantes. Se llamaron “pasos de Cebrián”, aunque su nombre degeneró rápido, para pasar a hacer alusión a un rallado que parecía imitar una piel de cebra.

Me he enterado de que esto se estudia ahora para sacar el carné de conducir. De hecho, un chiquito, de esos nuevos que cargan con una ele todo el tiempo, me contaba hace poco que hay cebras albinas. Lo he comprobado y, en realidad, hubo hasta principios del siglo XX, cuando se extinguieron. Aunque, si todas fueran así -seguramente- los pasos de peatones costarían el doble o se reducirían a la mitad.

María Rosa Cebrián, se supo muerta mucho antes de ser enterrada. Cuando se enteró de lo de los “pasos de cebra” la denominación ya era popular y a nadie le intrigaba su origen, tal vez por encontrar evidente el nombre o por lo que cuesta al ser humano reconocer sus errores. Lo cierto es que su iniciativa se extendió internacionalmente como arde un reguero de pólvora. En olvidarla a ella no tardaron nada.

Sin duda, los nuevos conductores están más preparados.

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