Contraverso. ¡Vaya, eso es maravilloso!
No
hay sonetos sin ti,
no
hay cuartetos
en
todo el día
desde
el día en que te vi,
¿dónde
meto
yo
mi alegría
cansada
ya de renacer
y
morir enseguida?
Tampoco
hay ganas de escuchar,
donde
nunca hubieron de creer
a
palabras vencidas
por
el interés
no
esperes cambios radicales;
la
hoja que aquí ves
está
soportando mis males,
mis
desengaños,
mis
torturas y mis pesares,
pobrecita...
Sería
mejor que me fuera a hibernar
con
esperanza y gusanos,
más
lo que estas secas manos
necesitan
es
levantarse como el magma y luchar
contra
el cubo
abriendo
el huevo
de
la indignación,
con
la sensación
de
que si hubo
en
ti algo nuevo
lo
vi antes, de forma siniestra.
No
me convence,
ya
me conozco el guión
de
los besos en la palestra,
si
lloro de emoción
por
el final, es la costumbre.
Deja
que piense
un
rato antes de que me derrumbe.
Vuelvo
a oír los sonetos,
y
aunque lo que dices es maravilloso
entenderás
que te ignore.
He
estado en otras peores,
ya
sabes, peores retos,
y
siempre conseguí salir del pozo.
Lo
dicho: te estoy ignorando
como
hacías tú conmigo,
¿ves?
Te emulo de vez en cuando...
¡No
me entretengo, prosigo
y
termino!
Tú
a tus senderos y
yo
a mi camino.
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