CONTRAVERSO. ENSOÑACIONES DEL MATAMOSCAS


Son tiempos confusos,
no me manden a callar,
me cuidaré, yo solo, de cerrar la boca
y no ser quien vaya a causar
la stásis social. Occidente se disloca
y soñar es de ilusos.
Pero no es culpa mía,
yo solo tengo toda la culpa.
El sur alzó la voz
pero el norte no escuchó,
trabajó siempre en pos
de comer y comer de su pulpa;
sé que llegará el día
en que todo lo que robó
no(s) sea devuelto:
pasa a diario.
Olviden lo que he dicho, que ya me callo,
¿dicen que he muerto?
¡pero sigo en pie! Debe haber un fallo...
No es por un exceso de amor propio,
pero tampoco soy
innecesario.
Ayer fui, para el pueblo, puro opio,
y no sé qué soy hoy
¿un milagro?
Ando algo confuso,
como dialogando con el grado
de un ángulo obtuso,
tentado por salvar el mundo.
En la batalla quedé privado
de mi capacidad para enfadarme y sentirme mal,
ahora sonrío (sin dientes)
y veo colores por todos lados,
sin tener cuentas pendientes,
sin más dragones que vencer ni batallas que luchar,
¿podemos llamarlo “muerte de la historia”?
¿Qué diría von Ranke al respecto?
No,
yo no venía a causar problemas
ni a invocar ensoñaciones ilusorias,
yo
solo exigiré algo de respeto
y un merecido descanso
para el cangrejo ermitaño.
Desde lejos alcanzo
la sombra del Sol,
puede parecer extraño
pero andando descalzo
me siento mejor.
Debo seguir soñando,
me despediré de forma tosca,
me podrán ver luchando
armado solo con un matamoscas.


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