Afortunado (Sección "Lluvia de piedras")
Empezaba
a atardecer, pronto llegaría de nuevo: no fallaba nunca. Pasaba casi todo el
día en cama, esperando con ansiedad que empezase el turno nocturno. Nadie lo
trataba con tanto afecto ni permitía que la observara hasta con descaro. Su cariño,
su eterna y dulce sonrisa lo reconfortaban como ninguna otra cosa.
El
chico que estaba con él durante el día le había anotado que hoy era día 14 “Día
de los enamorados” y le animó a felicitarla. Pero no se atrevía, tenía que
hilar muy fino: no recordaba su nombre…
Ella adoraba
a su marido y procuraba pasar con él el mayor tiempo posible, pero éste padecía
alzheimer y ya no la reconocía, le confesó -con los ojos brillantes- una de
aquellas noches. “Desgraciado”, pensó.
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