Imagen extraída de @vigoalminuto.com
Breixo no daba tregua, lo que antes era un pulmón verde se
convertía en un manto total de cenizas que cubría hasta donde le alcanzaba la
vista, no podía parar, y nunca se había sentido más impotente. No había
terminado de controlar las llamas, cuando desde la emisora lo reclamaban para
ir a otro lugar.
Parecía que el mismo demonio había mandado certeras lenguas
gigantes de fuego en la tierra, y que el dispusiera de una lengua de gato como
dispensador húmedo para lo que se les venía encima. Más de cien incendios,
quince de ellos con riesgo para las personas, las llamas eran como gigantes
violentos con manos abrasadoras.
Las llamas lo devoraban todo a su paso, la pesadilla que
estaba viviendo era cosa de meigas, pero no dejaba de preguntarse…
¿Quién prendió la mecha?
Adolfo Ibáñez-Batista
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