Contraverso. Musaeum (Mithra)

La noche, oscura como la roca,
acoge a los hijos de la mañana
en procesión hasta el blanco nacimiento.
El escorpión la flor viva le toca
y el asesino con capas se engalana,
si muerte es quietud, vida es movimiento.
La sangre es grano que brota, el perro
¿come o bebe? También veo una serpiente
y cada escama, cada célula es brillo
marmóreo, más sus ojos son de hierro.
Sangre se desliza por la pendiente
vertebral, bajo el ojo de un cuchillo
se agazapa ya nuestra fatalidad,
y ante las telarañas de la cueva
renace el Sol, desde el lejano Oriente.
En calma, está lamiendo la humedad.
Llueve sangre, el toro al fin se eleva
y acompaña a los quásares relucientes,
va tiñendo de rojo nebulosas,
nos ve con ojos de agujero negro
desde donde se contempla el futuro.
El asesino triunfal de piel rosa
se vuelve, yo mis propios huesos legro.
En el templo todo se vuelve oscuro.
Solo observo, no quiero tomar la miel,
leones, comiencen sin mi su banquete,
dejen caer coronas de su cabeza,
el Sol invicto ama y abraza a cada fiel,
la luz en la noche pétrea se mete
y sus ojos glaucos otean con fiereza,
marciales, el rostro del padre cielo.
Se parte el pan y se desangra el vino,
cien almas comen en bancos a ciegas,
aunque quisiera salir, ya no puedo:
soy un pez ¿qué me importa a mí el destino?
Las supernovas verdes se repliegan,
la ingente humanidad vuelve a mundo real
¿real? El dios duerme en una estatua, piedra
muerta, es una deidad olvidada,
ojos vacíos, manos de blanca sal,
tras ellos, la puerta rocosa cierra
sobre el que ya no existe. La dorada
estrella que hay en su corazón aún late hoy,
y por siempre, gris entre del pasado.
Están cerrando el museo, ya me voy,

pero a ti el cielo nunca te ha olvidado.


(Imagen extraída de http://www.abc.net.au/news/2016-09-08/statue-of-mithras/7826470)

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