Todo es posible (Sección "Lluvia de piedras")
Fragmento de dibujo de Rosario González |
Su
familia destacaba la sana costumbre que tenía de ir todos los días a la playa
desde joven. Por eso les resultaba tan extraño que hubiese desaparecido, a
pesar de admitir que era muy atrevido y que buscaba los rincones menos
transitados de la orilla.
Su
nieto encontró aquel diario tan antiguo, escrito a mano. Le asombró aquel
episodio. Imaginó que entonces tendría apenas diecisiete años.
Por alguna extraña razón me separé del
grupo orillando el Atlántico, que ayer estaba manso y transparente. Caminaba
por las rocas cuando me llamó la atención el brillo que salió de las
profundidades. Parecía un pez gigante, pero enseguida asomó la cabeza aquella
niña rubia, de ojos negros y sonrisa celestial. No puedo contárselo a nadie,
temo que me tomen por loco. Estoy ansioso por verla de nuevo. Es preciosa.
Desde
entonces fue a la playa cada día del año, daba igual cómo estuviese el tiempo. Muchas
personas insistían en que no era bueno que lo hiciese solo. Pero -de cualquier manera- les
costaba creer, especialmente ahora a su nieto, que hubiera sufrido un accidente. Aunque
no podían dejar de pensar que, como decía el viejo, todo es posible.
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