Contraverso. Yesca
Me
marea la rotación del planeta
y
la revolución flamígera de tus cabellos.
Amo
la lucha de tus manos inquietas
enredándose
y subyugando cada uno de ellos;
si
supieras que los atrapé en papel y tinta...
Congelado
quedó el brillo de tus mechones,
por
eso esta noche La Luna brilla distinta,
las
supernovas, las estrellas, por millones
emanan
la eterna melodía de los astros
y
el azul cósmico del Universo primitivo
se
tiñó del brillo de tus ojos: alabastro,
por
eso ahora un verso solo es un verso si es contigo.
Por
eso también el vals del polvo estelar,
por
eso veo tus ojos en el cielo
y
tus pupilas que, reflejándose en el mar
congelan
tiempo y algas que ahora son hielo,
congelan
almas, por eso están de duelo
el
ayer, la sangre y los adióses,
por
eso hasta los cambios de materia
saben
que es un secreto a voces.
El
mundo, cacotópico, como una broma seria,
se
convierte en un baile de colores
similar
a una nebulosa creadora de vida,
y
esas estrellas que huelen a flores
contarán
mi secreto, decida lo que decida.
Así,
fijado como está por el hado
que
se derrumbe mi fortaleza de caracolas
¿por
qué se extrañan de que ya haya nadado
a
contraverso y contracorazón un mar de sal y olas?
Sabrás
que la calavera es el feudo
de
mi muerte omnipresente,
sabrás
que del dios del bosque soy deudo,
más
el sentir emergente
ha
paralizado el mortal don divino
y
ahora de la calavera un arcoiris crece,
enredándose
en los troncos de los pinos
para
mejor ver como el cielo florece.
Porque
cielo y tierra no son planos tan diferentes.
Caminando
por una calle vacía
¿quién
diría que estaba yo tan rodeado de gente?
Quién
iba a decir que te recordaría
en
un mundo de olvido, siniestro, terrible y latente.
Veo
tus ojos en el rocío de los adoquines,
brillante
alabastro, luz de nácar blanco,
no
niego ni que el paso del tiempo tenga sus fines
ni
que sean compartimentos estancos,
pero
tu voz le hizo perder el valor a todo esto
y
ahora no ando sujeto ni a los hilos del aliento.
De
la galáctica operación quedó solo el resto:
quince
minutos a solas, que son mi alimento,
porque
escucharte hablar es mi manjar,
los
centelleos del cielo son testigos,
porque,
contigo, aprendo a mirar
el
Universo más allá de mi ombligo,
y
si ves que nada de esto tiene sentido
eso
es porque ya no sé ni lo que te digo.
Quisiera
regalarte mi tiempo perdido,
porque
muero de memoria continuamente,
y
no hablaré del mañana, porque yo no
veo
el futuro en los astros como los videntes,
solo
soy el rastro que el camino dejó
al
peor que un poema triste y agotado,
porque
“las rosas son rojas, las violetas azules”
y
este mundo de pandereta está lleno de ataúdes
con
promesas y todo lo versado.
Por
eso te dedico esta noche el rocío,
dedico,
que no regalo, porque no es mío,
y
siguiendo en el recuerdo inmerso
como
un poema hecho del hielo:
si
me quieres, yo te quiero,
prenda
la yesca del Universo.
(Fuente: https://www.artelista.com)
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