Para siempre (Sección "Lluvia de piedras")




Todos sabían que era “el hijo de”. Desde luego, lo tenía más fácil. La prueba es que este es su primer trabajo, con casi treinta años: “Papá le pagó los estudios y ahora lo enchufó en la empresa”; y, encima, “es el único con aparcamiento gratis”.

Casi nadie sabe que sacó la carrera a la primera; que, ilusionado, se pagó el máster con sus ahorros; que llevaba toda la vida cultivándose para este trabajo y tenía mucho que aportar. Pero, a pesar de su preparación, se siente discriminado en la empresa familiar y le asfixia la sensación de que incomoda a todos. Parece, incluso, que molesta a su propio padre: que se distanció de él desde su infancia y nunca lo recompensó con un gesto de cariño o felicitación. Además, ahora, le van a quitar el aparcamiento; seguramente, por decirle al jefe que era “una injusticia que los demás no lo tengan gratis”.

    Está dolido, pero prefiere pensar que nada es para siempre: Él, que está lleno de tatuajes.

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