Vestidos
Aquella ropa parecía demasiado fina, no era suficiente para
que pasara desapercibida su excitación. La sonrisa desvergonzada que se le
aferraba inevitablemente al rostro, dejaba ver toda su culpa y responsabilidad de
aquella crecida dureza. En ese momento, aunque echara visiblemente el culo para
atrás, el mínimo acercamiento con sutil contacto convertía en su máxima
expresión el desbordado bulto que, entre palpitaciones y evidentes latidos,
amenazaba con estallar inminentemente.
Él, desbordaba vergüenza contenida e incontenible placer: A ella,
no le quedaba un hueco que llenar de satisfacción. Y así, aprendieron que la
relación más estrecha también puede ser con ropa.
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