Historia de amor


No pararon de hacer el amor desde un primer momento. Fue cruzar sus miradas, sus sonrisas, y verse obligados a aceptar que se amarían siempre.
Cada gesto de ella rajaba su pecho y le arrancaba el corazón. Sus mimos la hacían chorrear placer desbordado, ella tampoco había tenido nunca una relación tan plena. Se olfateaban continuamente, buscaban la dulzura de sus labios, encontraban en el otro la mejor complicidad y comprensión… Se entendían entre ellos casi más que a sí mismos y, seguramente por eso, hacían continuamente el amor.
En la distancia se ansiaban. No era suficiente oírse por teléfono ni escribirse, necesitaban de verdad el estado presencial del otro, su tacto. Sin darse cuenta, se convirtieron en víctimas de una fuerte y sana adicción adulta que deseaba a la otra persona como era, sin amarres extraordinarios ni condiciones que mermaran su libertad. Con tanta madurez, se sentían inmejorables haciendo el amor.

Al final, inevitablemente, follaron y follaron; y, aunque pueda parecer otra cosa, esa es parte de la misma historia.


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