Monja "Infierno". Relatos Crudos 11.
Imagen extraída de http://www.lavanguardia.com |
En la sala de interrogatorio, una monja miraba a un punto
fijo, su mirada era fría, y su silencio perturbador, el inspector encargado del
caso, no dejaba de dar largos paseos de un lugar a otro de la estancia, a
través de los cristales opacos, un traductor del lenguaje de signos, y una psicóloga,
escuchaban el ruido de los pasos del policía, y alguna pregunta en grito del
inspector, ante el gesto impasible de la eclesiástica.
El subinspector entro en la sala contigua, y se cruzó de brazos,
la psicóloga le sonrió levemente, y el traductor de signos le mantuvo una
mirada serena, pero llena de interrogantes.
Todos se conocieron en los interrogatorios a los niños, era
imposible no sentir empatía no solo por los menores, si no entre ellos mismos,
es cosa del ser humano juntarse ante los hechos más terroríficos, tal vez, para
constatar que no toda la humanidad estaba perdida, los niños fueron abusados
sexualmente, la monja se valía de los más dóciles para llevarlos ante los
sacerdotes, allí se producían los abusos.
-Nada ¿no? – Menciono el subinspector, luego de un largo
suspiró.
-Pues sí que es boluda la monjita.
Dijo la psicóloga con ganas de estampar sus puños contra la
mampara de la sala de interrogatorio donde observaba la escena.
El intérprete del lenguaje de los signos, miró esta vez de
manera severa al subinspector.
-¿Esto no la eximirá de culpa? ¿Verdad?
El subinspector negó con la cabeza.
El traductor e interprete, recordaba como los niños sordos
del orfanato se desmoronaban, cuando mencionaban –dibujando gestos- que después
de las violaciones, se les colocaban pañales para evitar que no se notara el
manchado de sangre, la doble humillación, la sensación de no contar con ningún tipo
de espacio íntimo, ni después de ser mutilado como ser humano. Las niñas habían
sido obligadas a visionar pornografía con la monja y un celador, mientras sufrían
tocamientos.
De repente la Monja se dispuso a hablar, el interpreté se acercó
al cristal, la psicóloga se puso tan cerca del cristal que él mismo se llenó un
poco de vaho a la altura de su boca, el subinspector arqueo sus cejas. La monja miro apacible a donde estaban los tres, como si
pudiera ver más allá del cristal.
-Simplemente soy una muy noble persona, hay mandatos de Dios
que el humano no debe entender.
El inspector alzo la mano muy cerca de la monja y
cerro el puño en señal de contención aporreo la mesa, y tuvo un llanto seco, en
todos sus años de carrera, no había visto un acto más diabólico, monja “infierno”
dibujo una tierna y diabólica sonrisa.
Nota para los lectores: Una monja detenida en Argentina por organizar
encuentros entre niños sordos y curas violadores.
Los relatos crudos son relatos de ficción basados en hechos
reales que siempre superaran la ficción.
Adolfo Ibáñez-Batista
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