RELATOS DE VERANO EN SUBURBALIA. LA GUIRI. JESÚS ABREU LUIS.



Me contaron que había desaparecido, dejando atrás los pocos enseres que
tenía en su tienda y hasta incluso a su perro; la buscaron por tierra y mar
peinando toda la costa sin resultado.
Hace unos días me pareció verla por televisión, en las imágenes de una
manifestación contra la matanza de ballenas celebrada en Hamburgo. Pero
claro no podía ser ella ¿o sí?
Estaba igual que hace veinte años. Siempre sentí que un halo de misterio la
envolvía.
Para mí, ella, es una parte importante en el universo de aquel reidor invencible
que a sus dieciséis años estrujaba la vida.
La primera vez que la vi fue un verano en una de tantas caletas de mi isla, en
la que acampaba con amigos, quedé impresionado por sus curvas, su altura,
su melena rubia que caracoleaba por su morena espalda y su verde mirada
como de ciencia ficción.
-¡Qué tía más buena! – comentó Jose el búho. Los cuatro quedamos
impactados al verla. Al momento me enamoré de aquella diosa escandinava.
Todos los veranos solía enamorarme, pero en esta ocasión la atracción
abarcaba más, al momento supe que era una meta inalcanzable pero me
sentía bien en el platónico estado, bueno así lo analizo ahora.
Intentamos en varias ocasiones contactar con ella, pero solo obtuvimos un
saludo consistente en una sonrisa y un posterior alejamiento.
Decidimos respetar su soledad, pero yo burlaba el alejamiento con mi mirada
que, aunque a lo lejos, me parecía correspondida. Decidí poner freno a mi
indiscreción, pero casi me resultaba imposible, me creía hechizado.
Ella, durante el día, se zambullía y desaparecía largo rato en el mar para
después sentarse en la orilla jugando con las gaviotas, oyendo unas caracolas
que no sabíamos donde las había encontrado y mirando el horizonte largo rato,
como quien vigila o espera.
En la noche, contemplábamos su silueta desnuda bailando frente a una
hoguera, con un canto que nos dejaba embobados.
Después, antes de dormir imaginaba míos su boca, sus senos, su sexo hasta
“autosaciarme”, desbordando imaginación y cuerpo.

No quiero saber o razonar su falta, prefiero tirar de la imaginación y pensar
que, cuando vigilaba el horizonte le llegó, traído por un albatros, el mensaje de
Neptuno para estrenar y regir el palacio construido, para ella en los mares del
sur en un gran galeón hundido, adornado con oro y corales rojos, sobre un
lecho de espumas de mar de color aguamarina.

Comentarios

  1. nolofe@ gmail.com
    precioso relato. Se ve la timidez de los 16 años frente a una walkiria.

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