Donde ocurre todo (Sección "Lluvia de piedras")
Era
capaz de cerrar los ojos y, tras una sola respiración profunda, convertir la
oscuridad en negro. Después, aparecían colores tenues, el viento imperceptible
que vuela una cometa preciosa mientras apenas mece las flores embriagadoras, el
ruido lejano de la cascada brillante y lenta que lava un sendero de piedra lisa,
el mullido colchón de césped que le da descanso y paz… Y, al abrir los ojos de
golpe e incorporarse, encendía el ordenador y ponía en la televisión las
noticias. Otra vez, un arcoíris sobre el desierto; una denuncia por agresión de
la policía; nieve en famosas playas turísticas o un iceberg visto desde las
costas del caribe; una multitud organizada era tiroteada, apaleada, dispersada,
y apaleada otra vez y arrestada mientras les escachan contra el suelo.
Era
un artista romántico, con un rincón de escape secreto colmado de poesía que lo
llevaba a un mundo idílico. Escribía sobre los sueños que recordaba
esforzándose mucho, simplemente, porque la realidad y las cosas mundanas las
rechazaba y prefería que no existieran.
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