Contraverso - Porca Miseria
En
ti reconocí mi humanidad,
en
un paisaje de carne y huesos,
de
empujones, patadas y besos:
oscila
entre el odio y la caridad.
En
ti me he conocido al fin,
tú
me has presentado
-¡eh!-
y me he gustado.
En
la calle suena un violín,
celebra
que tenemos pies y manos,
que,
a partir de ahí, no hay más diferencias.
No
somos alma y cuerpo, sino experiencias.
Tú,
que como yo eres un ser humano,
tienes
los ojos brillantes de humildad,
y
no deberías.
No
deberías humillarte ante ellos,
que
vienen con aires de moralidad
a
hablarte de cultura, versos bellos,
bellas
las poesías,
frases
en latín, matemáticas,
soluciones
a problemáticas
jamás
experimentadas.
No,
que no te digan nada.
Maldita
sea la miseria
de
los fuertes y poderosos,
maldita
sea su mezquindad,
maldecidas,
sus caras serias;
benditos
los grandes destrozos
en
la tristeza de la ciudad.
¡Qué
resuenen las trompetas,
en
las paredes ya hay grietas!
Qué
se rompa el huevo de la esperanza,
qué
se quiebre el cubo de la miseria,
qué
se ilumine el camino a seguir,
qué
se duerma para siempre la histeria,
qué
se excite con furia la venganza
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