CONTRAVERSO. EL HUERTO

Hombre blanco, que tiras la comida,
retransmitiendo: las raíces de este Mundo;
varón que con dinero compras vidas,
siembrame aquí tus sueños infecundos.
Sacia tu hambre con frutas de colores,
tallos crecen, se doblan y se curvan,
pequeñas manos rompiendo la turba
nacen como aciertos y como errores
en este huerto que canta a las flores.
Hojas se enlazan sobre brazos rectos,
suena ya el agua, húmeda canción
que alcanza a la verde liberación
de las risas: los frutos del afecto.
Ahora dime, mi gusano travieso,
si te estarás quieto -y espero que no-
porque aún tengo que cubrirte de besos
para quererte a ti y quererme yo.
Un día se liberaron las flores
y los perales las llamaron rosas
-porque había miedo, entre otras cosas-
pero fueron violetas sus clamores.
Como el musgo, amigo que te abraza,
extiendo mi mano en la tierra fresca,
hurgando con los dedos una mezcla
que trascienda penas, llantos y razas:
donde esté mi asada estará mi casa.
Donde crecen chícharos multicolor
hay espacio para otros muchos mundos,
limpiarán antiguos mohos nauseabundos,
saldrán de Luna a Luna, de Sol a Sol.
Antes de tomar el barco al zafiro
y darle al celeste inmenso la espalda,
el hombre blanco, la mar de tranquilo,
devora bocanadas de esmeraldas
y sacia su hambre de oro y de plata.
Y así, pírrico triunfo del progreso
se lava las manos un palo tieso
y elegante, que saquea, roba y mata.
El triunfo contrasta con tanta gota,
con tantas necesidades irreales,
contrasta con tanta "utopía" rota:
las supuestas fuentes de nuestros males.
Más no: en la huerta solo hay perales.
Solo es una metáfora vacía
de un sistema vacío y gente vana,
gente que luce vanamente canas
y que renunciaron a la utopía.
Y así quedó la huerta: descuidada,
el hombre blanco tira la comida,
trabaja, consume y pierde la vida:
quisieron nada y tuvieron nada.

Comentarios

Entradas populares