Los calabozos del faraón - Contraverso
En
el país lirio, país del Nilo,
hay
dolores y sudor en la frente,
hay
noches de guardia y noches en vilo,
hay
paredes grises y deprimentes,
hay
muchas vidas que penden de un hilo
y,
aunque parezca mentira, hay gente;
gente
que lucho por la revolución
que
hizo temblar al mismo faraón.
Porque
el faraón vivió unos mil años,
fue
de cuerpo en cuerpo, fue de hijo en hijo,
fue
de siervo en siervo haciéndoles daño,
mirando
con sus ojos rojos fijos
la
tez morena del kushita extraño,
imponiendo
sanciones y acertijos
a
los viajeros, haciendo la guerra
y
sembrando de sangre las nuevas tierras.
Más
el pueblo ardió como una cerilla,
arrasando
la odiada monarquía,
las
masas de las ciudades y las villas
tumbaron
al tirano con porfía
¿quién
diría que su vacía silla
la
ocuparía el pueblo poco tiempo?
Resurgió
el faraón desde su templo.
Esta
vez un faraón colectivo,
militar,
con un primus inter pares,
un
vendaval de rayos agresivos
que
cerró el camino entre las dos mares,
un
tirano, dictador, y asesino
por
encima de los demás mortales.
Por
eso en el Nilo hoy hay dolores,
también
prisiones llenas de colores.
(Fuente de la imagen: https://www.amnesty.org/es/latest/campaigns/2016/01/arab-spring-five-years-on/)
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