LANCE TABÚ. SEXTING VIEJA ESCUELA



Acababa de llegar a la ciudad después de una temporada fuera por trabajo. Su profesión lo tenía siempre de un lado para otro. A veces lograba concatenar varios meses en algún estudio, otras lo llamaban por encargo. Se había logrado hacer un hueco como tatuador en el estilo vieja escuela. Estaba especializado en tatuajes de anclas, chicas pin up, rosas y golondrinas entre otros. Lo contratan desde personas ya tatuadas por amor a este arte hasta modelos, cantantes y ejecutivos entre otros. Todos relacionados con lo vintage. Muchas veces se sentía como un psicólogo. A medida que iba tatuando sus clientes le contaban su vida. 
Una tarde le pidió cita una modelo. Había sido chica playboy. Actualmente era modelo gráfica de una revista erótica. Nunca se sintió cómoda pero no pagaban mal. Necesitaba hacer frente al alquiler de su diminuto estudio. Las sesiones eran frías. Sus parejas  de sesión no solían ser de su estilo. Simplemente no quería que la tocaran. Había logrado hacerse una coraza pero a veces la realidad era aplastante.
Por un momento él dejó de tatuar y le comentó que parecía una chica pin up. Que buscara información sobre este estilo.  Le dijo dónde comprar ropa y le sugirió una amiga fotógrafa para que le hiciera un book. La modelo se asesoró sobre que tatus le vendrían mejor.  Se tatuó en el antebrazo una hawaiana, varias rosas y unas golondrinas. Alquilo algún vestido pin up y se hizo varias fotos a color y en blanco y negro. Creó su página web: Annetta Old School. El contenido de su página era muy sensual. En algunas se dejaba ver la ropa interior bajo los pomposos cancanes. En otras de manera natural,  posaba con lencería muy sexy. Además había encontrado una firma para la que posaba con corsés, en estampado de leopardo y cuero y algunos modelos fantasía. Látigos, antifaces y bisutería pin up complementaban sus fotos. Annetta Old School consiguió un gran número de fans en poco tiempo y varias marcas mandaban sus productos para que los probara. Decidió abrir un canal donde los mostraba y su venta repercutió en su cuenta bancaria de manera muy positiva.
Una tarde su tatuador le mandó una foto por wasap que había tomado de la web comentandole que le encantaba. Que se alegraba mucho de su éxito. Ella le mandó una foto desnuda de espalda. La cubrían de manera sugerente dos grandes abanicos de plumas de color salmón. Él mandó una foto de su torso desnudo tatuado. Ella respondió con una foto de sus senos con pezoneras estilo burlesque de pedrería negra. Su relación empezó con un ingenioso sexting de tatuajes vintage y unas llamadas sensuales. Nada de contacto, nada de caricias, nada de besos, libertad imaginaria. 



Celia Sánchez

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