La pista (Sección "Lluvia de piedras")
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Obra de Andrew Salgado |
Salí huyendo de la civilización para
cambiar de vida. Contaba con mi profesionalidad y dotes sociales. No
me echaba atrás el hecho de trabajar con un avión pequeño y
antiguo ni tener que efectuar vuelos rasantes en terreno desconocido.
Tampoco tardaría en aprender la manipulación de los elementos
tóxicos que iban a ser la base de mi trabajo. Pero nunca imaginé
que me sentiría en inferioridad en aquella batalla aérea.
Me adapté bien al país: al clima, la
gente, las costumbres, la comida… Instalarme donde vivían los
nativos, fuera de la zona más modernizada, no fue inconveniente.
Además, los naturales de la región decían que la zona turística
estaba envenenada de tanta fumigación. De hecho, ayer me mudé por
tercera vez y siempre he sido muy bien acogido en cualquier vecindad.
El problema son las noches en blanco y
el estado nervioso que me produce oír su vuelo amenazador. No hay
mosquitera que me de seguridad. Parece que los mosquitos, o el
mosquito, se ha engolosinado conmigo y así lo muestran las marcas
continuas que me dejan esos ataques.
Hoy voy a acabar con esto. Ya no puedo
más. Llevo muchas noches sin dormir y me siento vencido.
Hoy, cargaré al máximo el avión de
combustible y de plaguicida y acabaré con mi vida, la mayoría de la
plaga y su entorno natural. Con suerte, arderá un buen pedazo de
selva.
Para el
nuevo fumigador fue inquietante encontrar la carta de su antecesor.
Era su primera noche allí y, mientras giraba la vista hacia
la cama,
pensó que tenía que revisar la mosquitera.
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