Una visión distinta (Sección "Lluvia de piedras")


Para ellos, para él, los amaneceres mostraban una calidez especial. Por la noche parecía refrescar; pero, a la salida del Sol, de nuevo eran necesarias las gafas oscuras y pasaba muy desapercibido. Tal vez por eso no trasnochaba. 
Siempre hablaban de la luminosidad y el calor del verano. Pero, a él, le daba pena de que la mayoría no pudiera sentir la reconfortante tibieza del amanecer de la misma forma. Sin duda, el parto de luz tenía aquel otro punto de vista tan propio de él, con el poder y la sensibilidad que le otorgaba su ceguera de nacimiento.


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