LAS MUSAS NACEN INSPIRADAS: TIERRA MADRE.


Ilustración de Ronjoe


TIERRA MADRE

Nada se va realmente si se escribe. Por eso los poetas hacen inmortales a sus amantes.

Del mismo modo yo he construido para ti, durante este año, este palacio de papel. Donde satisfecha y rabiosa (exactamente no sé qué siento primero) he creado este patio, para que puedas seguir paseándote, rodeada de tajinastes, orquídeas y anturios, desprendiendo tu olor.

Tu olor rígido, de la fuerza que llevabas de la mano, en tu pelo rebelde y plateado, en tu sonrisa amplia y despreocupada, en tus abrazos que abarcan países, en tu regazo hecho de edén. Tu delantal, el olor a gofio, tejido con toda la ternura. Tu delantal con el que siempre me quiero arropar.

Eras la coherencia y el asombro, en un mundo de hierro que cada vez iba más rápido. Y reconectabas con la tierra a cualquiera que, por culpa de ese ritmo desenfrenado, se olvidase de quien era. La tierra trabajada por tus manos, aquella que con sus frutos me alimentaste.

Te llamaban la vieja castidad.

Y así, en tus últimos días, cuando dejaste en herencia tu poder sanador (pero sin surgir el mismo efecto), todos los que se abandonaron por cuidar de ti, aprendieron la última y mejor lección:

Primero se dice <<propio>> y después <<amor>>.
Más de una vez nos haremos falta.



                                                                                                                                       M.N.G.C.





Comentarios

Entradas populares