El otro (Sección "Lluvia de piedras")





Había vendido su alma y cobraba por eso. No estaba bien pagado, pero era suficiente para sobrevivir disfrazado de ser superior: de colono. Ahora llevaba la cabeza tapada con aquel extraño sombrero bien ceñido.
Temía a la muerte. Podría asesinarlo uno de aquellos borrachos, algún extranjero ofendido, tener un ridículo accidente o que se lo llevase una de esas enfermedades indomables.

No conocía otra forma de vida; ni quería hacerlo. Se crio en contacto con la naturaleza, arropado por su entorno grupal. Le encantaba llevar el pelo suelto, al aire, imitando a su espíritu libre y salvaje.
Temía a la muerte. Temía morir en algún accidente, por una enfermedad desconocida o ser asesinado por cualquier extranjero.

Tenía que esforzarse para pensar -continuamente- que se iría con la consciencia tranquila y en paz. Le consolaba repetirse “no como otros”.








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