Un monstruo ve desde mi interior. Por Esther M.A ( La Revolución de las Palabras)

En estos días ha llegado a mis oídos la existencia de una película que se llama "Un Monstruo Viene a Verme". Me he tenido que reír con el titulo, ya que desde hace años un monstruo ve desde mi interior

No sabría decir cuándo se instaló en mi cerebro, ni por donde entró, pero sé que está ahí. Lo sé porque noto sus dientecillos afilados como alfileres mordisqueando mi amígdala. Y en esos momentos todo es difuso y no consigo pasar de la A a la B y a la C. De pronto nada está claro, excepto que un peligro terrorífico me acecha. Y el monstruo ve el mundo desde mis ojos, y se le antoja un lugar peligroso, y a mí también por tanto. A ese cabrón le debe saber bien la almendra de mi cerebro, porque cuando la empieza a mordisquear, luego no para. Pasan días. A veces semanas. Y el cabrón dándole mordiscos. Y yo espesa, turbia, difusa. No saben cómo lo odio. 

Otras veces, ese monstruo de cuerpo largo, fibroso y oscuro se ensaña con mi hipocampo. Se mete ahí, calentito, y de pronto soy la réplica más perfecta del grito de Munch. A veces pasa cuando estoy comiendo, a veces cuando estoy cruzando la calle, otras veces mientras hablo con mis seres más queridos. Ese diablillo sabe dar sorpresas, lo que tiene no hay que quitárselo. Suele aparecer por temporadas, nunca con demasiado tiempo de por medio, por si voy y me olvido de él, de que nunca va a dejarme, de que siempre va a enturbiar los buenos momentos que tengo cuando se va. 

Si a mi un monstruo viniera a verme me resultaría un asunto de risa, ¡mientras solo me vea! El verdadero problema es cuando el monstruo ve desde tu interior, y te impide ser tu, y te aterroriza, y no te deja amar o ser feliz. Eso sí que no es de risa. 

El grito, de Edward Munch. Fuente: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/echi1/imagen/pint/gritomunch.htm

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