Lo que permanece es la duda. Por Esther M.A. (Sección: La Revolución de las Palabras)

Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, la sobriedad empezaba a decorar su habitación. No sabría decir en qué momento había dejado de atraerle llenarlo todo de posters y corazoncitos. Tampoco sabía por qué de pronto tantas cosas le parecían trastos. 

Había dejado el libro que estaba leyendo hacía un momento sobre sus muslos y, acostada en la cama, aún sin poder conciliar el sueño, dirigía su mirada hacia algún punto de la habitación, sin realmente verlo. 

Ya no sentía con tanta intensidad las cosas. Poco a poco había dejado de creer que las injusticias del mundo se podían eliminar solo queriéndolo mucho. Sonrió tristemente al recordar aquellos días calientes como el fuego en los que la palabra "límites" era solo eso, una palabra a desafiar. 

Las que por lo visto no estaban dispuestas a abandonarla eran las dudas. El comerse la cabeza. El gigante interrogante que ella misma era. ¿Blanco o negro? ¿Quizá ninguno de los dos? ¿Pero, por qué? Y en todo caso, ¿de qué manera? ¿Es correcto, o no? ¿Existe lo  correcto? 

Muchas cosas habían cambiado y la habían hecho cambiar ¿O tal vez había cambiado ella y eso había hecho cambiar las cosas? 

Como en tantas otras ocasiones, una pregunta solo conducía a otra, y así eternamente. Su mente bullía sin descanso, pero apagó la luz. Mañana tendría que salir ahí fuera a ganarse su propia vida, de eso no cabía la menor duda. 

Imagen recuperada de: http://latino4u.net/apagar-la-luz-te-hace-bien/

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