La sonrisa del viejo profesor de filosofía. Por Esther M.A

Y ahora, después de tantos años, comprendía al fin la sonrisa y el brillo en la mirada del viejo profesor de filosofía, cuando los observaba debatir con aquél fuego juvenil, como si el resultado de su debate fuera a cambiar el destino de este mundo maldito, tan maldito que unos años después de aquello, las hienas instaladas en el poder se reían grotescamente y se jactaban de haber quitado de en medio al viejo profesor de filosofía, y de haber negado a la siguiente generación de jóvenes la experiencia de debatir creyendo que con ello cambiarían el destino del mundo. 

La sonrisa del viejo profesor de filosofía fue extinguida. 

Los debates en las aulas fueron silenciados. 

Y los jóvenes dejaron de imaginar que podían cambiar el destino del mundo. De un mundo que está maldito. 


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