"Lluvia de piedras" (El gato)


El gato


Le asombraban los felinos. Esa forma elegante de moverse; esas poses de cazador, lentas, como si un resorte se retrajera poco a poco; esa sensualidad desde los bigotes al rabo, le daban sensación de estar delante de vida extraterrestre.
Por otro lado, aquel gato negro y peludo de su prima le daba cierta tiña. No por cuestiones de limpieza, desde luego, pero le costaba entender que ella se durmiera acariciándolo; mientras él daba evidentes muestras de satisfacción con los mimos de la mano de su dueña. Ella y él eran un único ser.
Con las caricias se retorcía de gusto, lentamente, hasta caer en profundos sueños; como si muriera de placer.
El gato de la prima siempre lo atrajo, le sedujo hacía mucho. Parecía uno de esos gatos orientales que hacen señales con la mano, para llamar tu atención; es imposible pasarlo por alto. Pero cuando se le quedaba mirando, con solo hacer ademán de acercarse, era el felino el que huía. Nunca lo tocó siquiera, pero soñó su olor, su tacto, su sabor…

La relación de aquellos primos siempre fue muy especial: gato aparte.



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