La revolución de las palabras. Tránsitos.

Me ciego, me lleno de odio y culpo a la tierra de la que broté por haberme escupido de su vientre. 
Es la tierra una egoísta que escupe seres desde su vientre que serán siempre dependientes de ella ¡Así se siente ella más grande! ¡Así se alimenta! Escupe seres que, incapaces de otra cosa, viven y mueren sobre su territorio, y con la muerte le dan nueva vida para que el ciclo no tenga fin. 

¿Acaso te pedí yo existir? ¿Acaso he consentido ser tan frágil y alimentar tu poder? 

Entonces meditó. Silenció su ira. Levantó la mirada hacia el cielo y vio aquellos seres grandiosos, del mismo color que la tierra pero ¡Tan lejos de ella! ¡Tan desafiantes! 

A ellos también los escupió la tierra, pero, orgullosos, extendieron sus amplias alas y decidieron unirse al viento y ser uno con él. A veces volvían a la tierra, pero sabiendo que era su decisión y que, de un momento a otro, podían volver a desafiarla. 

Fue entonces cuando el gusano se encerró en su crisálida.

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