Escríbeme (Lluvia de piedras)





Cambió su compromiso de escribirle, unilateralmente, por llenarla de besos cada día. La besaba mucho, por todas partes. Hasta casi cansar y producir que ella deseara que todo volviese a ser como antes.

Cuando empezaron a salir aquellas manchas en la piel -como si no reparara en ello- seguía con sus besos húmedos, llenos de amor honesto, sin importarle nada más.

Las manchas tomaron formas de letras. Y tantas letras se unieron para construir palabras. Las palabras se fundieron creando frases, que con más y más frases tatuaron su piel con poesía sincera: de la que no despinta y se enraíza profunda; de la que llega al corazón.


Cuando vio ante el espejo su cuerpo lleno de muestras de amor, sonriente le dijo que era irrelevante que no le escribiera y volvió la estabilidad a su vida y la paz a su relación.



Pedro M. González Cánovas

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