UN CAFÉ CON ARMANDO RAVELO.

Hoy en un café con Armando Ravelo, uno de los grandes directores de Canarias, nos presenta su última obra, “La Tribu de las 7 islas”, una obra de teatro emocionante y divertida que abarca una historia magnífica de nuestras islas.
Un placer, como siempre, poder contar con artistas reconocidos dentro de la cultura canaria.

- Elizabeth Guerra: Sabemos que eres director pero, ¿cómo llegaste a ello? ¿cómo ha sido el recorrido?
- Armando Ravelo: En realidad, siempre quise ser director de cine, lo que, cuando era pequeño, en Gran Canaria no habían muchas oportunidades de dedicarte a ello ni de formarte, y realmente no sabía ni por donde empezar; entonces la vida te va llevando por diferentes cosas, y fui probando distintos aspectos artísticos: radio, cómic, ilustración, escritura… Y, bueno, todo me fue llevando un poco a los audiovisuales. Empecé con un proyecto en Madrid para hacer una serie de televisión con una productora madrileña y ahí fue cuando decidí que me quería dedicar al cine y me vine para Gran Canaria a montar “Ansite”.
- E.G: ¿Cómo fue tu primera experiencia en el cine?
- A.R: Fue muy bonita; dura, pero bonita, porque era una historia que a mí me tocaba mucho desde pequeño: la historia de la conquista de Gran Canaria y el último día de resistencia indígena, y esto es lo que contamos en “Ansite”. Convencí a más de cien personas para embarcarse en el proyecto, y la verdad es que se creó un espíritu muy bonito para este primer proyecto.
- E.G: “Ansite” ha ganado premios en el FIFB de París y el premio al mejor corto internacional en el festival de cine de Agadir. ¿Podrías contarnos como viviste esta experiencia?
- A.R: Tengo que decir que a mí, sinceramente, no me importan mucho los premios, ni creo que tengan un valor especial. El único valor que pueden tener es su notoriedad ante la prensa, y eso es bueno, pues te dan a conocer un poco más, pero no le doy especial importancia. De hecho, creo que es bastante absurdo que sean cuatro o cinco personas las que decidan qué corto o qué película es mejor, pues es algo completamente aleatorio y que depende de los gustos de público. Es muy difícil porque no es una competición; esto no es un deporte. Entonces, siempre te alegras. También por el equipo, porque piensas que se va a reconocer con ello todo el trabajo. Pero desde mi punto de vista, el mejor reconocimiento que puede tener un trabajo artístico es que alguien te diga que “le llega”, y en ese sentido sí que puedo decir que tengo la suerte de que mis trabajos han calado, y muchas veces; han llegado al público y emocionado, y yo lo que pretendo es emocionar, ya sea reír o llorar, la finalidad es crear un sentimiento en el espectador. Para mí ese es el triunfo, pero los premios, ¡uf!… De hecho, soy un desastre con los festivales. Mis compañeros cineastas tienen muy bien calculado el calendario de festivales, premios y demás, todo eso lo manejan superbién, y yo, por otro lado, tengo cortos que no han ido apenas a festivales, a lo que luego me dicen: “¡Chacho! ¿Y no has movido todos estos cortos que tienes con posibilidades a festivales?” Y bueno, al final es una cuestión de propaganda , sobre todo los festivales.
- E.G: ¿Tienes alguna anécdota que quieras compartir con nosotros de estos momentos? Tanto de festivales como de los rodajes.
- A.R: Bueno, tengo un montón de anécdotas, en un total de siete cortos, y al final con lo que te quedas es con la reacción de la gente cuando los ve. Por ejemplo, cuando rodamos “Ansite”, la escena final que es el momento culmen de la historia, una escena muy trágica, pues rodamos en Santa Lucía, en una montaña, y era una escena bastante potente e íntima entre dos actores y, de repente, empezó a sonar “Paquito el chocolatero” porque eran las fiestas de Tunte –risas-.
Pero bueno, anécdotas y buenos momentos ha habido, aunque siempre sufres también.
Estaba leyendo esta semana una entrevista a Alex de la Iglesia en la que decía que a los directores no nos termina de gustar la vida real, y que por eso nos inventamos rodajes, para vivir una vida paralela y contar historias donde la gente se pueda zambullirse en ellas y escapar de la realidad, y en parte, tiene razón. También lo decía Martin Scorsese, que él hace cine para no estar en la vida real, y en parte, es verdad, pues se acaban creando microcosmos.
- E.G: ¿Podrías hablarnos de esos siete cortos? Entre los que se encuentra, por ejemplo, “Sweet Girl”, con un premio internacional en Corea del Sur.
- A.R: Sí. “Sweet Girl” fue un corto que rodamos también con mucho follón, como “Ansite”. Había muchísima gente y con un corte muy distinto. Es un corto apocalíptico basado en Canarias en el año 2035, suponiendo que todo se vaya “al carajo”, que todo vaya mal. El corto solo ha ido a un festival, y tuvimos una mención especial, como un “segundo premio” al mejor cortometraje en el Festival Internacional de Cine de Daejeon, Corea del Sur, y ahora empezará su recorrido por otros festivales a partir de diciembre de 2015.
También tenemos “El Canto del Monstruo”, un corto que no se ha estrenado todavía pero que fue seleccionado en el catálogo canario de 2015-2016 para representar a Canarias en los festivales de todo el mundo. Es un drama muy intenso protagonizado por Marta Viera y Mingo Ruano, dos actorazos impresionantes que merece la pena conocer y a los cuales admiro mucho. Yo quería escribir una historia de amor y me salió una historia muy rara –risas- pero bueno, salió algo curioso.
Otro corto es “Lightbearer”, la historia de ángeles y demonios: el arcángel Gabriel vuelve a visitar a Lucifer, al ángel caído después de milenios sin verse porque Lucifer quiere saber algo, y este es el punto de partida de la obra.
Está también “Monstruo” un corto de ciencia-ficción bastante reconocido por la crítica y el público y que tampoco moví muy bien por festivales. No obstante, fue finalista en el Notodo Film Fest, el festival online más importante del mundo. Y ahora me gustaría rehacerlo y moverlo por festivales, también en 2016.
Y es por esto que dije antes: los festivales son la mejor forma de que te reconozcan y conozcan, aunque, como ya dije antes, no tengo mucha fe ni creo en los premios, ni siquiera cuando me los dan; cuando me los dan, quizá menos.
- E.G: ¿Qué inspiraciones utilizas a la hora de crear?
- A.R: Normalmente, cuando escribo, suelo pensar más en los personajes, en sus vivencias, en sus emociones… Y ellos me van llevando por la historia; no me invento una historia y luego voy metiendo los personajes.
Suelo inspirarme, también, en cosas que me preocupan. Cada vez tengo más claro que no quiero hacer cosas intrascendentales, a priori, pero al igual que hay gente a la que le encanta hacer cosas más pirotécnicas, más estéticas, a mí, más que la estética, me interesa el fondo, la historia, las emociones. El “cómo” es un medio, es como: qué es más importante, ¿el que sopla la flauta o la flauta? La flauta puede ser muy bonita, pero si no sabes tocarla… Pues para mí, esto es lo mismo. Las imágenes pueden ser muy bonitas, pero si lo que está sonando a través de ello no es bonito, no vale.
También me gusta mucho ver otras obras de compañeros. Por ejemplo: para “La Tribu” me vi películas de Disney que hacía años que no veía; cuando fui a rodar “Ansite” vi “Apocalipto” como cien veces, “La pasión de Cristo”. Un poco de referente de películas épicas e históricas. También vi “7 Samuráis”, de Akira Kurosawa. Y, sí, me gusta inspirarme a través de las obras de otros artistas que han marcado épocas.
- E.G: ¿Podrías hablarnos del “Proyecto Bentejuí” que abarca varias de tus obras?
- A.R: El Proyecto Bentejuí en este momento solo abarca “Ansite”, “La Tribu de las 7 islas” y el largometraje que estamos reproduciendo ahora que trata la historia de Lanzarote.
- E.G: También tienes otro proyecto entre manos, el “Proyecto Drago”, que es para institutos. ¿En qué consiste?
- A.R: El Proyecto Drago forma parte del Proyecto Bentejuí, también. Es una asociación mediante la cual queremos acercar a los niños y a los jóvenes a la historia de Canarias, ya sea a través del cine, cómics, o teatro en este caso. “La Tribu de las 7 islas” también forma parte del Proyecto Drago, y tiene ese espíritu de querer llevar a los más pequeños su historia, la historia prehispánica de las islas, aunque no descarto en un futuro ampliar este proyecto cultural e histórico con otras etapas de la historia de Canarias.
- E.G: Supongamos que esto no para aquí, ¿podrías hablarnos de los proyectos que tienes pensados, o en marcha, para el futuro?
- A.R: Para el futuro tengo el primer largometraje que me gustaría hacer, que está pensado rodarse en Lanzarote pues, como ya dije antes, es sobre una leyenda de Lanzarote. Y, si todo va bien, empezaremos a rodar en 2016 con la colaboración de Televisión Canaria y un poco de inversión privada, aunque estos aspectos ya están bastante avanzados. Tenemos guion, una tentativa de elenco, y el equipo montado, así que parece que va bien. Por otra parte, quiero seguir haciendo cosas en teatro, en cine y, también, algo de televisión, que hay por ahí algún “proyectillo” del que todavía no podemos hablar mucho –risas-.
- E.G: En la actualidad estás sumido en un gran proyecto, una obra de teatro, “La Tribu de las 7 islas”, que se estrenó hace muy poco. ¿Podrías hablarnos de qué va esta gran obra? ¿De sus personajes y de tus vivencias a la hora de montarla y estrenarla?
- A.R: Se estrenó el sábado 24 de octubre en el CICCA, con bastante público y críticas muy buenas. Lo cierto es que nunca había visto algo igual, como gente muy contenta al salir. Y es que, aunque siempre notas un poco el espíritu, esta vez bullía, e incluso los niños estaban muy atentos. Y esta es una de sus finalidades, pues es un proyecto enfocado para los niños, donde les explicamos a través de una aventura de siete personajes los aspectos más esenciales de los antiguos canarios. Es la primera vez que hago teatro y la primera vez que hago algo para niños, así que se unieron dos cosas a las que les tengo mucho respeto por separado. La experiencia fue preciosa.
Con la obra de “La Tribu de las 7 islas”, una meta muy ambiciosa era esa, poder emocionar a todas las edades y contando la historia de Canarias de una forma divertida, que no fuera una experiencia aburrida ni tediosa y, además, que fuera educativa. Y, por lo visto, según los comentarios de la gente al salir y en redes sociales, que son un buen pulsómetro, podemos estar contentos.
- E.G: Para terminar, siempre preguntamos por Suburbalia, ¿qué opinas de nuestro proyecto?
- A.R: Creo que es necesario crear un movimiento cultural desde las bases, las raíces de la sociedad, y que además no es algo que viene de fuera impuesto por una institución constitucional. Muchas veces nos quejamos de las instituciones y de los políticos y no hacemos por levantar la cultura, y los que siempre han levantado la cultura ha sido el pueblo y, en este caso, Suburbalia, que surge del pueblo y para el pueblo; busca gente, brotes que salen y, de pronto, quieren unirse y formar un jardín que sea bello y que aporte a la sociedad. Es decir, es algo que viene de abajo hacia arriba, que siempre es mucho más interesante que algo que viene de arriba hacia abajo. Me parece bastante buena iniciativa y, además, conozco muy de cerca a uno de los componentes de Suburbalia, Adolfo Ibáñez, que aparte de ser amigo, lo considero un escritor fenomenal, y espero que los libros de historia hablen de él algún día (¡pero a ver si escribe un libro ya!) –Risas-.
En definitiva, creo que es algo importante y que va a dejar huella.



Entrevista realizada por Elizabeth Guerra y corregida por N.P.S.
Fotografía Adolfo Ibáñez.
Edición fotográfica Alicia Cabral.

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