Me apagas la mente, enciendes el alma...

No lamas más los sensibles pliegues de mi vivo cerebro con tu melodía vocal, y devuélveme la mente y el aliento que me robas con tu canto...
Me apagas el cerebro. Desconecto.
¿Y cómo describirlo con palabras, si me las quitas todas al cantar las tuyas?...
Tu voz pasea alegre, brilla, baila y brinca ante un fondo de acordes que van acorde con tus voces... o todos esos tonos de tu voz... se convierten en agrupaciones de puro color en mis oídos y me revientan el alma en cada uno de esos alegres brincos.
¡Basta! Me quitas la concentración y todo se vuelve surrealista...
Acaba la canción. Reconecto.
Mi vida vuelve a la normalidad, y salgo del estado al que me condenas cuando suenas.
Dante H. Pieski
(Escupitajos al Vacío)

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