LANCE TABÚ. DESCONOCIDOS UNDERGROUND.


Buscaba la manera más fácil de salir del metro. Para no ser hora punta había mucha
afluencia de gente. Vio el cartel del festival de música Indie y recordó que era esa
noche. Le iba a ser imposible llegar a casa temprano aunque tomase un taxi. Muchas
calles estaban cerradas. Se compuso una ruta de metro que lo dejara cerca aunque
tuviese que cambiar varias veces de línea. Cuando salió de la boca del metro ya era de
noche. Caminó varias manzanas hasta llegar a su bloque. Se dio cuenta que aquella
mujer también había hecho los mismos trasbordos. Llevaba una bufanda blanca que
dejaba ver su cara desde la nariz a la frente. Su recogido como hecho sobre la marcha,
dejaba algún mechón caer sobre sus ojos. Se fijó en ella. La llamó “Dalia”. La pensó de
camino a casa. Cuando quiso volver a mirarla ya había desaparecido. Le hubiese
gustado saber donde vivía, sintió curiosidad por ella.

Al día siguiente quiso encontrarla. Hizo alguna vez el recorrido del día del concierto y
no logró nada. Lo dio por perdido. Salía a pasear al perro y terminaba en la boca del
metro. Un día sin esperarlo la vio. Se plantó frente a ella e hizo que viera como escribía
en una valla publicitaria, la miró con una sonrisa y se fue. “Dalia” aminoró el paso y al
pasar frente a la valla pudo leer un nombre y un número de móvil. Sacó una foto con su
teléfono y se quedó mirando a donde había desaparecido aquel chico. Añadió el número
a sus contactos. Miró la foto de perfil y le pareció muy joven. Escribió “hola”. Cuando
él recibió el mensaje fue tanto lo que quiso conocerla que mandó una foto de su galería
donde mostraba su torso desnudo. Se marcó el doble click como que lo había visto. No
contestó de inmediato. Sin pensarlo mandó otra de espaldas. Se volvió a marcar el doble
click. “Dalia” mandó una foto de sus pies con unos calcetines de lunares y el texto: “lo
máximo, hace mucho pelete”. Se mandaron emoticones riendo y hablaron largo rato a
intervalos. Él le pidió una foto con la bufanda donde solo se le viera desde la nariz a la
frente y su moño casual, porque así había empezado todo. Ella la mandó. También le
dijo que aquello era muy desabrido y que mejor frente a frente. Por supuesto quedaron
en la boca del metro. Se adentraron en sus entrañas y subieron a un vagón. La gente
sobre aquella hora iba saliendo. Quedaron solos. Vestidos, abrigados hasta el cuello, a
temperaturas bajo cero. Se desabrocharon lo justo, se sentaron uno sobre otro hasta
rozarse sus sexos. El frío no ayudaba. Se magrearon sin llegar a nada. Decidieron dejar
lo explicito y seguir con los besos. Fueron al piso de él y al calor de la calefacción,
terminaron aquel raro comienzo underground.

Celia Sánchez

Comentarios

Entradas populares