Más esquinas que calles (Sección "Lluvia de piedras")
Un
nuevo grafiti destacaba en la esquina de la avenida. Sus colores resaltaban desde
la distancia. En la medida que me acercaba apreciaba las profundidades y
sombras logradas por el artista. Me di cuenta de que una pareja mayor estaba
parada enfrente. Me detuve al lado de él: un señor enjuto, con gafas oscuras,
de cuyo brazo opuesto se colgaba una señora bajita y sonriente. “No me parece
nada bien que hagan esto en la calle” dijo de repente. No pude sino afirmar que
estaba muy logrado y que era realmente precioso, con tono de no querer entrar
en conflicto. “Usted tampoco sabe de lo que habla, joven” afirmó prepotente el
señor trajeado. La señora no intervino, no perdió su afable sonrisa, no dejó de
agarrar el brazo a su acompañante ni cuando éste se giró y empezó a caminar. A
mí -quizás- lo que más me molestó es que, al darme la espalda, con total
descaro desplegara aquel bastón de invidente.
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