SAHARA. RELATOS FRESCOS 5.

Imagen extraída de: @bilbaoactualidad.com

Era la primera vez que venía a la isla, contemplaba el paisaje desde el asiento atrás del coche de un hombre y una mujer que la miraban tiernamente, desde los asientos delanteros, y compartía con ellos de vez en vez una tierna sonrisa, entendía un poco del idioma, pero las miradas de buena fe, hablan el lenguaje del mundo.

Sahara tenía ocho años, una mirada marrón y profunda como la inmensidad del desierto, pasaría dos meses en Canarias, recibiría atención médica, y una alimentación más rica, Sahara sonrió al contemplar su cuarto.Había tantas cosas en la mesa del comedor a la hora de la cena que no supo porque decidirse.

Al caer la noche y los primeros bostezos, todos fueron a sus cuartos a dormir, a la mañana siguiente la mujer canaria encendió las luces, Sahara sonrió, con la sonrisa abierta propia del mundo, Sahara, la dulce niña del desierto despertó en el suelo no acostumbrada a dormir en un lugar tan blando. La mujer le sonrió y a la noche siguiente puso varias mantas en el suelo, ambas se estaban conociendo, ambas se aprendían, ambas iban construyendo mundo, después de los dos meses de verano, Sahara regresaría al Sahara y la mujer con su pareja, la seguirían esperando al siguiente verano.

Adolfo Ibáñez-Batista

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