Imagen extraída de: elmundo.es
No importaba el largo viaje, tampoco importaba la edad, los
años pesaban tal vez para el resto de cosas, nunca para cumplir los sueños. Antes de que se asomarán los primeros rayos del sol, ya Julieta, había clavado
una sombrilla roja y blanca, sobre la arena rubia de la playa, extendió una
toalla azul. Se quedó sentada mirando el mar, una gaviota la miraba majestuosa
desde la orilla.
Julieta se levantó. Había nadado en piscinas, en ríos y en
lagos. Julieta noto el frío Atlántico, camino lentamente, miro al horizonte y
se le humedecieron los ojos ante la inmensidad del mar, zambullo su cuerpo,
Julieta abrazó por primera vez al mar a sus 74 años, los años no pesan para
cumplir los sueños.
Adolfo Ibáñez-Batista
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