Imagen extraída de: @elmundo.es
Era una persona metódica, constante, agradable, sabía cuatro
idiomas, había estudiado derecho, y sobre todo en su familia sin duda le había cultivado uno de los valores más importantes, que no aprendió en ninguna
facultad, el valor del amor, que le hacía crecer en su condición de humano.
Seguramente cuando vio el ataque que uno de los terroristas
profería a una mujer, no sabía de la barbarie, desconocía la hora funesta y lúgubre en la qué una vez más la ciudad de Londres estaba sumida. Armado de su monopatín empezó
a dar golpes al verdugo que quería acabar con la vida de la mujer, simplemente
actuó por instinto, los héroes no saben de valentía, los héroes simplemente actúan
en consecuencia en pos de la justicia, al poco el héroe cayó al suelo, lo
atacaron por la espalda, y esa pequeña luz de esperanza se desvanecía en una de
las noches más oscuras, pero incluso en esas noches, personas como Ignacio
Echeverría nos hacen recuperar un poco la fe en la humanidad…
Porque héroe comienza con “h” de humanidad.
Adolfo Ibáñez-Batista
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