CLEO (1ª Pieza: "Cleopatra")


En el año 69 A.C. nació en Alejandría, capital de Egipto, Cleopatra, la hija del faraón Ptolomeo XII. Las crónicas coinciden en que, cuando subió al trono, tenía un atractivo irresistible: por la cultura acumulada y por una belleza inenarrable.
Cleopatra atesoraba una cultura en tema de armas, dominio de lenguas como la faraónica y cualquier aspecto social, que le convertiría en una gobernante amada por los suyos hasta el final. Por otro lado, se dice que su nombre significaba «Gloria de su padre», cosa que puede tener mucho que ver con el orgullo que éste sentía durante los primeros años de vida de la inteligente chiquilla y, después, por cómo gobernó.
Hubo un tiempo en que su padre pareció haber perdido el tino, al desvirtuar la figura faraónica con fiestas donde la bebida y el sexo reinaban al estilo romano; y la encargada de acabar con aquello fue Cleopatra VI Trifena, la hermana de Ptolomeo y su pareja, que había dado a luz tres hijas de él. Después de haber echado del trono a Ptolomeo, casó a la mayor, Berenice, con Arquelao, gobernante de Asia Menor. Se trataba de un imperio vecino y poderoso que era visto con recelo por parte de Roma. Por eso mismo, Ptolomeo XII, apoyado por Roma, entabló un conflicto bélico con Egipto y derrotó a las tropas de su propia hija, para ejecutarla nada más entrar en Alejandría. Era el momento en que el Pueblo erigía a su otra hija, Cleopatra VII, como sucesora; sin que Ptolomeo se atreviese a actuar en su contra.
Así, a sus 18 años, la joven retomaba antiguos dioses, ritos y costumbres que aunaron a los egipcios e hicieron más grande la adoración a la sabiduría y belleza de Cleopatra.
Es sabido que, antes de que su padre fuese expulsado del trono, los faraones encabezaban cada año una ceremonia de homenaje al dios Atum («El que existe por sí mismo») que consistía en dirigirse a la orilla del Nilo a masturbarse, cuidando que el semen cayera dentro del río y no en la orilla. Posteriormente, el resto de los asistentes a la celebración hacía lo propio. La intención era emular a Atum, quien, según la tradición, se había formado de la nada; tras lo cual se masturbó y de su semen nacieron los dioses que le ayudarían a crear y gobernar el universo.

El primer año que se convocó a los egipcios para la ceremonia, durante el reinado de Cleopatra VII, surgían muchas dudas entre ellos. Dudas que la faraona disipó cuando apareció a orillas del rio ante la atenta mirada de los hombres, mostrando todo su encanto, que apenas cubrían unos finos velos. La faraona se despojó de ellos, caminó adentrándose en el agua hasta poco más de donde le cubría las rodillas y empezó a mojar todo su cuerpo desnudo sin dejar de girarse a un lado y otro, buscando la mirada de cada espectador. Lo hombres se adentraban cada vez más, guardando la distancia, y terminaban masturbándose para satisfacer las pretensiones de Cleopatra, que no se retiró hasta ver como eyaculaba el último de los presentes.

El dios Atum tuvo que quedar satisfecho y el Pueblo lo adoró, por lo menos, una vez al año: lo que posiblemente creó la leyenda de que la belleza de Cleopatra se debía a sus continuos baños en leche. La siguiente generación de religiones ocultó a Atum y todo rito que se llevara a acabo a su favor; exaltando la leche de las famosas burras egipcias y sin poder ocultar la belleza histórica de Cleopatra.


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